El juicio contra tres vecinos de Tigalate, en Villa de Mazo, por el incendio registrado en el verano de 2009 ha quedado visto para sentencia, después de los alegatos finales del abogado de la defensa y de los letrados de la acusación tras cuatro días de interrogatorios.

José F.P., Isidro G.G y Rosa C.H., en su condición de miembros de la comisión de fiestas de Santo Domingo de Guzmán, se enfrentan a una petición de pena de siete años y siete meses de cárcel y a indemnizaciones millonarias, solicitud del Ministerio Fiscal a la que se han unido el Cabildo de La Palma, la plataforma Nunca Más y una asegurada que ha tenido que hacer frente a una parte de los destrozos. La defensa, por su parte, ha solicitado la absolución de sus clientes.

El fiscal expresó en su alegato que los acusados deben ser declarados culpables de provocar el incendio que afectó a cerca de 4.000 hectáreas y a numerosas construcciones, "en una imprudencia grave" tras el lanzamiento de voladores, en concreto uno defectuoso, desde la plaza de Tigalate, a más de 300 metros de donde comenzaron las llamas, defendiendo que los hechos se han acreditado a lo largo de la causa.

La acusación basó su discurso principalmente, tal y como hizo la Policía Judicial para elaborar su informe sobre el suceso, en los testimonios de dos testigos "que vieron salir los voladores desde la plaza" de Tigalate. En realidad, y aunque así lo afirmaron en un primer interrogatorio, durante el juicio Romualda C.G. matizó sus declaraciones, para señalar que los cohetes "también pudieron ser tirados desde detrás de la plaza", mientras que Lothar E.F. dejó claro que "estaba sentado de espaldas" al lugar donde se celebraban los festejos: no pudo ver de dónde partieron los voladores. Eso sí, ambos vieron caer uno defectuoso al lugar donde se inició el fuego.

El Ministerio Fiscal recordó también que el informe del Seprona descarta cualquier otra posibilidad como causa del incendio y recordó que además de los dos testimonios clave hay otros testigos que se encontraban fuera de la plaza y que dicen haber oído voladores instantes antes de que se iniciara el siniestro. A ello sumó la aparición en el foco de las llamas de plástico igual al que se utilizó en la cápsula que llevaban los artefactos adquiridos por la comisión de fiestas, aunque también es idéntico a todos los voladores de esas características que se fabrican en España.

Para el fiscal es significativo que los acusados desconozcan qué ocurrió con ocho de los 50 voladores que adquirieron para la fiesta: "No han dado explicaciones" sobre lo ocurrido con estos artefactos. Hizo hincapié en que los investigados "no estaban autorizados" para los lanzamientos que llevaron a cabo y destacó "el exhaustivo informe" de la Policía Judicial que "determina con claridad" las causas de las llamas.

El Ministerio Fiscal restó valor al informe realizado por la Policía Local, señalando que "no es concluyente", a la vez que subrayó que los testigos que estaban en la plaza, y que apoyan la tesis de la defensa, "han demostrado ser grandes vecinos de los acusados, pero no buenos ciudadanos", entre los que incluyó a "autoridades" que testificaron en el juicio. Defendió que "hay que ser valientes y contar lo que ha pasado", en un intento por desacreditar aquellos testimonios beneficiosos para los investigados.

La acusación cree, al contrario que los pirotécnicos, que un volador "que sube 70 metros" sí puede alcanzar luego más de 300 en su descenso, señalando que "no sabemos por qué falló el volador: se lanzó mal, estaba mal elaborado, cogió viento...". El fiscal dijo que "no se está juzgando a las personas sino una conducta. Son buenos ciudadanos, gente normal, no son delincuentes, pero eso no se juzga". El resto de abogados de la acusación compartió la tesis del fiscal, aportando detalles sobre "las verdaderas víctimas", las personas que "perdieron sus casas", o los altos costes económicos que tuvo el siniestro.

PERICIAL

"Más de 300 metros un volador, imposible". El pirotécnico que realizó la pericial para la defensa dejó claro ayer en su declaración que "para que un volador recorra 324 metros" tiene que tener "43 gramos de pólvora", una cantidad "que no se le ocurre a nadie". Un artefacto como el usado el 31 de julio en Tigalate "sube unos 60 o 70 metros como máximo", la misma distancia que si se lanzara en horizontal. Descartó que pudiera causar el fuego.