Después de tres días registrándose decenas de temblores de baja magnitud y en tierra, pero a 20 kilómetros de profundidad el más cercano a la superficie, ayer cesó la actividad sísmica en Cumbre Vieja sin que nadie sea capaz de aventurar cómo evolucionará el enjambre.

Los pequeños terremotos se han concentrado principalmente en la zona de Fuencaliente, en la dorsal sur, donde no hay motivos para la alarma. Los vecinos no han sentido los movimientos y los científicos se esfuerzan en explicar que son seísmos que están dentro de la normalidad, aunque es cierto que nunca antes se había registrado un número tan elevado en tan poco espacio de tiempo y algunos expertos recuerdan que meses antes de la erupción del volcán submarino de El Hierro se vivió una situación bastante parecida. Lo que tampoco significa que vaya a ocurrir lo mismo.

Mientras tanto, los investigadores han comenzado a actuar sobre el terreno para analizar qué esté ocurrido en las extrañas de la tierra. Fátima Rodríguez y Cecilia Morales son dos de las personas que integran el grupo de expertos. Pertenecen al Instituto Volcanológico de Canarias (Involcan) y ayer iniciaron una campaña sobre emisión difusa de CO2 y otros volátiles (He y H2) en la zona, donde se multiplica la vigilancia.

El objetivo del Involcan, también del Instituto Geográfico Nacional (IGN), es básicamente la monitorización de gases, sismicidad y deformación del terreno, con todos los instrumentos necesarios para lograr un análisis lo más acertado posible sobre lo que ocurre en Cumbre Vieja. También se pondrá en marcha una monitorización física, química e isotópica de las aguas subterráneas en cinco puntos de captación de La Palma para detectar posibles modificaciones.

El Comité Científico de Evaluación y Seguimiento de Fenómenos Volcánicos analizará hoy los datos recientes obtenidos en redes y estaciones de vigilancia.