La Reserva de la Biosfera de La Palma está elaborando un proyecto para crear una red de microáreas en el litoral de cada municipio con el objeto de impulsar en estas zonas una nueva estrategia de desarrollo conjunto de actividades ecoturísticas, buscando tanto la rentabilidad como, sobre todo, el respeto al medio.

Esta fundación ya dispone de un estudio pormenorizado de los fondos marinos de hasta 50 metros de profundidad, información clave para determinar qué sería más conveniente en el litoral de cada pueblo: natación en aguas abiertas, snorkel, apnea, buceo recreativo, surf, bodyboard, windsurf, kitesurf, paddel-surf, kayac...

La siguiente fase es fijar las microáreas, inferiores siempre a 50 hectáreas, y analizar propuestas de gestión, con una misma metodología y criterios, incluyendo acciones de promoción con grupos de turistas que se dediquen a estas actividades para que de forma coordinada puedan rotar por los espacios previamente definidos.

Ya están marcadas algunas de estas áreas, tal y como ocurre en Los Cancajos (Breña Baja) o en Charco Azul (San Andrés y Sauces), mientras que otros municipios como Santa Cruz de La Palma plantean desarrollarlas. En el caso de la capital, en su nueva playa. Otros como Tijarafe y Tazacorte también están en el mismo camino. La idea es que las instituciones locales no vayan por libre sino que se unan para garantizar mayor negocio en un subsector con un peso primordial.

Además, el proyecto define cinco tipos de microzonas en función de los valores ambientales que tienen. A propósito, responsables de esta iniciativa advierten de que "no son lo mismo las actividades que deben programarse en las zonas de tipo 5, que serían las más degradadas, con las de tipo 1, que serían las más vírgenes".

La valoración de estos espacios como reclamo turístico "puede hacer que las administraciones se impliquen más directamente en su conservación, pero también los usuarios", sostienen las mismas fuentes, favoreciendo la regeneración de espacios que se encuentran degradados por la pérdida de biodiversidad, sobrepesca, sobrepoblación de erizos diademas, acumulación de residuos y basuras, mala calidad de las aguas por vertidos o emisarios, intensidad de tráfico marítimo y la presencia de artes y aparejos de pesca perdidos.