La playa de Santa Cruz de La Palma no es accesible. Oficialmente sí lo es, pero la realidad es que no. Miembros de la Asociación de Personas con Discapacidad Física de La Palma (Adfilpa), con su presidente, Miguel Ángel Rodríguez, al frente, lo demostraron ayer. No tienen manera de llegar al agua, a pesar de que la ministra de Medio Ambiente niega la mayor a través de una respuesta por escrito.

Entre la avenida y la arena hay rampas y luego se encuentran las pasarelas. Para las personas sin movilidad reducida, la impresión es que el acceso está adaptado. Ocurre que sentado en una silla de ruedas todo se ve diferente. La vida se complica. Las rampas "tienen en algunos tramos una pendiente superior al 8% que marca la ley" y las pasarelas "no están fijas", lo que hace que sea un recorrido nada estable, explicó la técnico de Adfilpa, Remedios Cruz, y se pudo comprobar in situ con los afectados.

En el último tramo de la arena, justo antes de llegar al mar, la pendiente es extremadamente pronunciada. Hay que sumar que la silla anfibia para discapacitados "funciona tres horas al día", mientras que la zona de socorrismo "está tan alejada que no podemos comunicarnos con las personas que supuestamente están para ayudarnos", sentencian.

Ni tan siquiera las papeleras están cerca de la pasarela por la que discurren las sillas de ruedas, "lo que hace que la basura nos la tengamos que llevar a casa". Tampoco existe señalización sobre los servicios que se ofrecen a personas de movilidad reducida. Detalles, pero suman.

"La playa tiene un montón de carencias de accesibilidad", apuntó Miguel Ángel Rodríguez, y el ayuntamiento lo que dice es que "se hará en un futuro (...); esto es oídos sordos y mirar para otro lado, pero nadie tiene ningún tipo de responsabilidad".