Es una tienda de las de siempre. De aquellas que antaño vivían en cada pueblo, de ambiente familiar, cercano, donde antes que un cliente te sentías un amigo. Ahora que por La Palma se extienden las grandes superficies, entrar en el Autoservicio Santa Ana, en San José (Breña Baja), es regresar a un pasado reconfortante donde se apuesta por la calidad en el producto como seña de identidad.

Jorge García Yanes es el responsable de la tienda, que lleva más de dos décadas abierta. Es pausado, pero activo, y tiene claro dónde radica la supervivencia de su negocio: "Trabajo con productos locales y frescos. Hay mucha gente que esto lo valora. Tengo muchos agricultores que me traen directamente sus productos. De la tierra a la tienda, que no pasa por cámaras (de refrigeración), que es recién cultivado y las personas que lo prueban lo notan".

Defiende su actividad con pasión. Se nota a lo lejos que ama lo que hace. Sí, es su forma de vida, pero además le gusta. Es consciente de que "hay personas que van a las grandes superficies por comodidad. Van y allí lo consiguen todo", pero con la misma sinceridad tiene claro que "si usted se lleva una naranja de estas (señala las que tiene expuestas) y la prueba, le aseguro que vuelve a comprar más. Esa es la diferencia".

¿Y la crisis?. Sabe que ha sido duro, su trabajo con Cáritas así lo muestra, pero "hay que adaptarse y escapar, con un paquete de lentejas, una zanahoria y un trozo de calabaza come una familia. Ponga usted un poco de verduras y verá el caldero de potaje".

No se siente preocupado por la llegada de las grandes superficies. Es más, Jorge García sostiene que "el Lidl (que abrió en La Grama) no me ha hecho daño ninguno. Gracias a Dios me he mantenido y tengo mi clientela de muchos años que es fiel. Se lo tengo que agradecer. A lo mejor van al Lidl a comparar la oferta que haya puntual, pero siguen viniendo aquí para comprar el jamón, el tulip de lata que tengo el antiguo que ya no lo encuentra en ningún supermercado, el queso fresco de Las Manchas, unas roscas de La Sabina que no encuentras en grandes superficies...".

Entran y salen clientes. Parecen de la familia. Un saludo de buenos días, una pequeña charla... Al cronista le da tiempo para certificar que las verduras son frescas, que el queso huele a rico a lo lejos, que no es solo un autoservicio para comprar cuatro cosas sino para hacer la compra.

Justo al lado hay un supermercado. En este caso, Jorge García observa la competencia como un facto bueno. "Me gusta mirar el lado positivo", sentencia. Y es que "al lado de un grande, vive un chico. La gente viene ahí (en referencia al supermercado de al lado) a compra cualquier cosa y luego se viene aquí a buscar cosas concretas". Entiende que "el que haya más negocios en una misma zona también beneficia a los pequeños. La gente aprovecha el viaje para comprar en los dos lados. A mí me gusta verlo así".