La falta de control en la zona arqueológica de Buracas, en la Villa de Garafía, está permitiendo que hippies ocupen en determinadas épocas del año cuevas que antaño fueron utilizadas por los aborígenes, con restos arqueológicos en su interior, un lugar de gran valor que anualmente es visitado por más de 60.000 turistas, según los datos oficiales aportados por el Cabildo de La Palma, y cuyo control de acceso es prácticamente nulo.

Amantes de la arqueología, que se encuentran participando en un trabajo de grupo con imágenes y vídeos sobre las estaciones aborígenes de la Isla, visitaron Buracas en Semana Santa llevando a cabo grabaciones a través de un dron. Comprobaron cómo al menos una de las cuevas con importantes restos aborígenes estaba habitada por tres personas, "dos de ellas decidieron ocultarse desde que vieron que estábamos grabando", justo en el mismo lugar en el que "moradores" anteriores habían dejado un colchón viejo, un colgador para la ropa, algunos libros, basura...

Una de las ocupas llegó incluso a acercarse a los estudiosos de la arqueología para advertirles de que no querían ser partícipes de las grabaciones, obteniendo como respuesta el aviso de que tenían que abandonar la cueva en la que se encontraba al ser un yacimiento arqueológico, con numerosos restos de los benahoaritas y estar, por tanto, infringiendo la Ley de Patrimonio.

El Cabildo se ha encargado de señalizar el lugar, hacerlo visitable y colocar incluso paneles informativos, también llevó a cabo en su momento una representación de la vida aborigen en una cueva para que se tomaran fotografías, pero "se olvidó" de controlar el acceso a Buracas, que cuenta con un gigantesco caboco en cuyos riscos se superponen tres pisos de cuevas naturales que fueron utilizadas por los aborígenes como lugar de vivienda permanente.