Mira la ciudad desde arriba, observando cómo han ido cambiando sus calles, creciendo los edificios, siendo protagonista de la formación de diferentes generaciones. Una detrás de otra. El Colegio Santo Domingo de Guzmán, para siempre La Palmita, cumplió el día 1 de mayo 110 años de historia.

Todo tiene un comienzo. Incluso antes de que el padre Cueto y la madre Pilar fundaran el colegio. Todavía hay un antes. Más atrás. Justo cuando el abogado Domingo Cáceres Kábana, nacido en Los Llanos de Aridane, decidió emplear una parte de sus propiedades, que eran abundantes y de gran valor, en la creación de una fundación con una comunidad religiosa dedicada a la enseñanza. De ese pensamiento, de su idea, parte el resto.

Y es que en realidad, según relatan diferentes crónicas históricas, Cáceres Kábana llevó primero su proposición al obispo de la Diócesis Nivariense, Nicolás Rey Redondo, quien decide no enviar a La Palma una comunidad que hiciera realidad su sueño. Sí, La Palmita pudo no llegar a ser La Palmita. Esa negativa lo cambió todo. Y es que el abogado palmero no se rindió y, al contrario, se fue a la otra provincia. Allí, en Gran Canaria, el obispo de la Diócesis de Canarias, José Cueto y Díez de la Maza, lo recibe y crece entre ambos una base incluso de amistad.

Domingo Cáceres Kábana falleció el 4 de junio de 1907. Sí, nunca vio crecer el colegio. Ni siquiera nacer, pero lo gestó. En su testamento dejó la finca de La Palmita al obispo Cueto. La idea original del donante era la creación de un instituto benéfico para la educación de huérfanas.

El religioso decidió aceptar el reto y encargó a la Comunidad de Religiosas Dominicas Terciarias de la Enseñanza que se hiciera cargo de los deseos del abogado palmero, siendo la madre Pilar la responsable de desplazarse hasta La Palma para conocer el estado de la donación, un primer viaje en el que estuvo acompañada por la madre Amparo. No fue hasta el 19 de abril de 1908 cuando llegó a La Palma el grupo de religiosas que, siempre partiendo del empeño del padre Cueto y la madre Pilar (y antes de ellos Cáceres Kábana), pusieron en marcha el colegio. Distinto, muy distinto, pero la base, eso sí, de lo que es hoy Santo Domingo de Guzmán.

110 años más tarde, La Palmita es una referencia en Santa Cruz de La Palma. Sigue en el mismo lugar de siempre, subiendo por la carretera del Pilar, como si la ciudad hubiera decidido crecer de forma inconsciente a sus pies. Es cierto incluso que mantiene la esencia de su nacimiento: nunca ha renunciado a su mensaje cristiano, con la tradicional oración a primera hora de la mañana y siendo la capilla una de sus instalaciones de culto, pero como centro concertado en los niveles de Educación Infantil, Primaria y Secundaria ha sabido adaptarse tanto en medios como en sistema educativo a los nuevos tiempos.

Más de medio millar de alumnos se forman en aquellas aulas, recorren sus pasillos, discurren por las escaleras que conectan una edificación marcada por la propia orografía de la finca. Y allí, entre todo aquel ir y venir, donde el niño que entra con apenas tres años en Infantil crece hasta la adolescencia de la ESO, aparece la figura de la madre María. Quizás aquella anciana alegre, divertida, incluso extrovertida, pero a la vez respetuosa y fiel a unos principios resuma el espíritu más real de La Palmita.