Las cruces necesitan de un relevo generacional, que las personas más jóvenes asuman protagonismo... y de mayor apoyo municipal. Nadie discute el esplendor de la fiesta ni mucho menos la paciencia y el amor que los cruceros ponen en cada rincón para el adorno del símbolo cristiano, una fe que en La Palma se convierte por momentos en arte, pero no son pocas, cada vez más, las imágenes que se han quedado por el camino o, al menos, que en los dos o tres últimos años ya no se engalanan cada 3 de mayo.

Breña Alta sigue siendo la referencia. Subir hasta La Pavona para descender por los caminos de San Isidro recorriendo cruces es una ruta de "obligada" tradición. Se mezclan flores y plantas con joyas e imágenes. Los cruceros, los vecinos, se mantienen en las proximidad de las cruces, junto a ellas, tapados en ocasiones con mantas para no marchar en toda la madrugada o, en caso de hacerlo, descansar apenas un par de horas antes de regresar. Lo llevan en la sangre.

Aún así, es verdad, para qué engañarse, que los embellecimientos de algunos de estos símbolos, que no todos ni se puede generalizar, han perdido cierto nivel en la elaboración, incluso en los materiales. Son menos espectaculares, con la misma fe pero un escalón por debajo en brillo. Eso sí, mantenerlas en pie ya debe considerarse casi un "milagro", sobre todo porque los cruceros de siempre van cumpliendo años y por detrás aparecen menos de los que se van.

El recorrido por Breña Alta te lleva casi por inercia a la visita de cruces en Breña Baja, que mantiene la tradición. Villa de Mazo, un poco más al sur, es tal vez la nota más positiva de 2018, con una apuesta por dar a conocer sus símbolos en un mapa elaborado por Ader. El cronista entiende, es cuestión de gustos, que las cruces de La Rosa (de Vicente Blanco y Berto) han dado un salto de nivel notable o que la ubicada en Lodero ha sido adornada con mayor empeño. ¿Empeño? No. Empeño le ponen siempre. Con más acierto.

En Santa Cruz de La Palma la pérdida de cruces (de adornarlas) en los dos últimos años es más que evidente. Y, además, elementos que han sido de referencia. De entre ellas, destaca la Cruz del V Centenario, junto al Hospital de Dolores. Los problemas de salud de la persona que se encargaba de embellecerla ha sido clave para que desde 2017 haya "caído". No hay relevo ni apoyo municipal suficiente que motive a los vecinos del lugar. También se han perdido las diferentes cruces de la urbanización Benahoare, incluyendo la que hacia "Antonito" en la parcela A, o las de Pilar y Santiago.

Incluso otras más pequeñas, como las de Mariano Cabrera en la subida a la Encarnación, ya no se adornan, mientras que en los barrios periféricos se mantiene con un gran nivel en dar brillo a la Cruz del Fraile en La Dehesa, mientras que en Velhoco la tradición se mantiene pero de perfil bajo. Al contrario, destacar el engalanamiento de la cruz en la plaza Quisisana, en San Telmo; también la situada en la calle Jameos, en barriada de Pescadores; y en la calle Baltasar Martín. Esas "salvaron" el día.