Ni un solo vecino, al menos que se conozca, ha protestado pidiendo que se abra la circunvalación de Barlovento. Es más, el pueblo no la quiere. El Gobierno de Canarias lleva dando "tumbos" con su construcción hasta casi tenerla acabada, con una inversión millonaria, y ahora los residentes, sobre todo los comerciantes del casco urbano, ruegan para que no se ponga en marcha. Hasta al alcalde, Jacob Qadri, le cuesta encontrar argumentos para defender la nueva carretera. Sabe, como el resto, que si el tráfico pasa por la vía exterior, el municipio se "muere". A Puntallana, por ejemplo, no le fue bien.

Y allí está la vía. Oficialmente, para culminar la obra falta la conectividad con el "corazón" del pueblo. Primero, la rotonda que se hizo famosa por la torpeza en su construcción a la altura de la gasolinera. No cumple las dimensiones ni es funcional, sobre todo para los vehículos pesados. También falta otra rotonda a la finalización de la circunvalación y una tercera en el tramo intermedio para posibilitar la incorporación del tráfico que accede de la zona industrial, La Laguna o carretera de las Mimbreras.

¡Pero no se den prisa! Todos temen que si la vía se abre, nadie (o casi) parará en el casco ni para tomar café, si es que el destino del viaje no es el propio municipio. Al contrario que en otras carreteras que se alargan en el tiempo ante la desesperación de los vecinos, aquí no hay tensiones. Es más, en Barlovento todos conocen que la vía exterior está a una cota inferior al suelo urbano y lo que la divide o limita es simplemente un talud de tierra de unos ocho metros de altura. Sin muro de contención, por lo que se producen desprendimientos. Ningún residente ha reclamado que la obra se acelere para que la carretera se abra en el menor tiempo posible. "Mejor que se quede como está", piensa la mayoría.

Además, el Plan General de Barlovento, planeamiento anterior a que se elaborara el proyecto de la carretera, establece en el borde de la circunvalación, en suelo urbano, una calle con una acera. Es un espacio, la fachada norte del pueblo, que el ayuntamiento en realidad "tampoco puede ahora urbanizar al no tener sustento en un talud de tierra", aclara el regidor municipal. Y así sigue.

Desde el Gobierno de Canarias siempre se ha defendido el nuevo trazado para ofrecer una vía "más rápida, recta y, sobre todo, más segura". Y nadie lo duda, pero para qué. Esa es la pregunta. Es más, el ayuntamiento planteó incluso que la circunvalación fuera una obra de titularidad municipal para tener la libertad de abrirla o cerrarla cuando entendiera necesario.

Suena rocambolesco, pero es lo más efectivo que han imaginado. Ejemplo: las fiestas del pueblo. Se desea tener el tráfico cortado en el casco por la celebración de actos, se abre la vía exterior. Lo mismo en obras de gran calado que afecten a la calzada urbana. El resto del año, como norma general, cerrada. Por ahora es una opción descartada al menos hasta que la carretera sea entregada por parte del Gobierno de Canarias al Cabildo. ¿Millones para eso?, pues sí.

"El volumen de tráfico que circula por la travesía urbana de Barlovento no es tan grande como para justificar una vía de circunvalación", sentencia el alcalde, aunque es consciente de que el Gobierno de Canarias "la abrirá" tarde o temprano. En ese caso, "vamos a exigir que tenga una buena conectividad con el casco urbano", sentencia.