¿QUIÉN no ha experimentado asombro y perplejidad ante una coincidencia mínimamente significativa? ¿Cuantos de quienes ahora comparten estas líneas no se han preguntado por el grado de probabilidad de que una situación vivida se produzca por azar y no como fruto de un encadenamiento de acontecimientos con un sentido determinado? Es difícil sustraerse a la fascinación que genera el fenómeno de las casualidades asombrosas, coincidencias o sincronicidades, e incluso resulta habitual e igualmente desconcertante que al coquetear con el asunto, el número y contundencia de las mismas se incremente de forma notable en nuestra vidas. Posiblemente ese último hecho obedezca, más que a la naturaleza intrínseca del fenómeno, a que estamos más receptivos ante las cosas que suceden en nuestra vida y entorno, de forma que inconscientemente activamos un detector de aparentes "sincronicidades" capaz de crearnos constantes espejismos. De alguna manera "construiríamos" falsas coincidencias por medio de una selección y puesta en relación de hechos triviales. Eso, o realmente como sostienen algunos autores, las sincronicidades son una expresión del postulado de la física y la mecánica cuántica que sostiene que nuestra conciencia es la que crea la realidad entre un universo de posibilidades coexistentes. En cualquier caso y más allá de estas consideraciones, las coincidencias significativas son tan contundentes y llamativas que durante décadas se han desplegado esfuerzos desde diferentes ámbitos académicos por registrarlas, catalogarlas y dotarlas de un soporte teórico que permita vislumbrar las leyes por las que se rigen, si es que tales leyes existen realmente. Frente a ese intento por entenderlas y que encuentra en los trabajos de Carl Gustav Jung o Arthur Koestler algunas de sus expresiones más elaboradas, el abordaje más racionalista y escéptico del fenómeno comienza y acaba en el azar, reduciendo el fenómeno, incluso los casos más increíbles, a hechos fortuitos que seleccionamos de forma muy concreta dentro de un océano de acontecimientos que despreciamos. Desde este punto de vista cada segundo se están produciendo en el mundo de forma simultánea millones de situaciones, por lo que el hecho de que dos se parezcan o aparenten estar relacionadas es normal y previsible. Esencialmente, si tenemos en cuenta que cientos de millones de personas duermen simultáneamente y sueñan también al mismo tiempo, por simple azar sería completamente previsible encontrar dentro de esa avalancha de vivencias oníricas dos sueños iguales. Indudablemente ese punto de vista tiene sentido, pero la realidad de las sincronicidades suele ser más compleja, de manera que en las coincidencias asombrosas además de compartir sueño ambos sujetos también es posible que compartan nombre, fecha de nacimiento, que sean vecinos o compañeros de trabajo, etc...

Deje su coincidencia aquí...

De momento es imposible determinar más allá de la esfera individual y subjetiva si tienen o no sentido este tipo de hechos, si son fruto del azar o de algo más, por eso cobran especial interés estudios como el que se ha puesto en marcha en la Universidad de Cambridge. A través del Laboratorio de Estadística del Centro de Ciencias Matemáticas, el doctor David Spiegelhalter, reputado experto en incertidumbre, riesgo y probabilidad, se ha propuesto llegar a las entrañas del fenómeno y dilucidar algunos de los parámetros que lo rigen. Para ello ha puesto en marcha un buzón online en el que todos los que hayan vivido coincidencias o pueda narrar alguna que conozca y estén en disposición de documentar, las sumen al catálogo que se está elaborando. Como orientación el equipo de Spiegelhalter aclara a los potenciales participantes que no serán evaluadas las experiencia tipo deja vu ni las de carácter premonitorio, confinando el estudio a sincronicidades más explícitas como las denominadas repeticiones sorprendentes, al estilo de ganar legítimamente la lotería dos veces o que en una familia los cumpleaños se acumulen en un mismo día. Los llamados eventos simultáneos también serán evaluados, como que dos personas coincidan en llamarse al mismo tiempo al teléfono o encontrarse cara a cara mientras se pensaba en el otro pero en un lugar inusual, como otra ciudad o país. Otras sincronicidades que el equipo analizará son aquellas que hacen pensar en vidas paralelas, como sería el caso de que en un grupo reducido dos personas hayan nacido el mismo día, tengan un mismo nombre poco común o compartan detalles vitales estadísticamente poco frecuente. También se estudiarán aquellas etiquetadas como cadenas de acontecimientos, "al estilo de perder una dentadura postiza por la borda y encontrarla veinte años después cuando nos disponemos a comernos un pescado", así como las que materialicen los llamados Patrones de Uncanny, concepto de inspiración freudiana que alude a hechos extraños pero que contienen elementos que le confieren la sensación de familiaridad, detalles reconocibles combinados con otros que contradicen ese reconocimiento y que generan inquietud, "como que las cartas del Scrabble que recoge un jugador deletreen su nombre". En la robótica y el cine de animación las reacciones emocionales que provoca el "valle uncanny" son tenidas en cuenta a la hora de diseñar a los personajes, que deben parecer humanos en sus expresiones pero no completamente en su aspecto para no provocar rechazo.

A la espera de las conclusiones y sin descartar hallazgos reveladores es posible anticipar, teniendo en cuenta la especialidad e historial de David Spiegelhalter, que se puede ir descartando la formulación de un modelo explicativo trascendente. Spiegelhalter ha realizado innumerables estudios en los que evalúa riesgos y probabilidades en situaciones tan diversas como el contagio de la gripe porcina, los riesgos del alcohol y el fútbol, la predicción del tiempo meteorológico, la práctica imposibilidad de recibir el impacto de un objeto espacial o los aciertos del afamado pulpo Paul. Para este investigador que enseña estadística en Cambridge existe una probabilidad entre 35.000 de compartir la fecha de nacimiento con nuestros padres y abuelos, un porcentaje mucho más elevado que el que nos toque la lotería. De la misma manera, si formamos un grupo con 23 personas elegidas al azar es altamente probable que dos cumplan año el mismo día. No obstante hasta el momento la recopilación de casos es de lo más variopinta según el propio promotor. "En un caso una persona encontró un huevo con doble yema durante el desayuno y luego descubrió que un amigo suyo había sido adoptado en un parto de gemelos. En otro una mujer, que hacía cola mientras habla del actor Derek Jacobi, se encuentra con él en ese mismo lugar e instante" asegura.