Nota previa del autor: en el presente resumen la letra "ñ" de Espana ha sido sustituida por la "n" en un acto de rebeldía lingüística contra ese Estado europeo colonizador que niega al pueblo canario su derecho humano a la independencia y descolonización.

EN la revista Newsweek del 22 de junio de 2009 (págs. 44-48), el periodista Christopher Dickey, en su artículo titulado "The empire burden", analiza los territorios del planeta Tierra que aún son colonias. Más concretamente, en esa lista aparecen Francia, con veintiuna colonias; Dinamarca, con dos; Portugal, con dos; Espana, con siete; Holanda, con dos; Noruega, con cinco; Reino Unido, con dieciocho, y Estados Unidos de Norteamérica, con catorce. Las Islas Canarias son precisamente una de las colonias que Espana continúa saqueando desde que fueran invadidas en el siglo XV, sometiendo a la esclavitud al pueblo originario del Archipiélago, los guanches. El colonialismo ha sido y sigue siendo un sistema perverso, un delito de lesa humanidad, que en lo económico, expolia; en lo cultural, aliena, y en lo psicológico, enferma.

Las organizaciones políticas y movimientos sociales emancipatorios de esas naciones todavía colonizadas han prestado tradicionalmente mucha atención a la liberación nacional y social de sus respectivos pueblos, pero han descuidado o ignorado la liberación psicológica de los mismos.

En el presente texto se alerta de la necesidad de atender convenientemente al proceso psicológico liberador, tal como han venido defendiendo autores como Erich Fromm, Frantz Fanon, Ignacio Martín Baró o Albert Memmi.

El caso de las Islas Canarias

El colonialismo es un sistema perverso de dominación de una nación por parte de otra con fines básicamente de saqueo, robo o expolio económico. Tal sistema fue iniciado por Espana en el siglo XV, llevando precisamente el nombre de Cristóbal Colón, un aventurero, mercenario y ladrón que conquistó territorios y pueblos para los Reyes diabólicos (Católicos) de Castilla (Isabel) y de Aragón (Fernando).

El nacimiento del colonialismo tuvo lugar en el año 1402 con la sangrienta conquista e invasión militar de Lanzarote, una de las ocho islas africanas y habitadas de Canarias. La conquista de las Islas Canarias concluyó en el año 1496 en la isla de Tenerife, la de mayor extensión, población y resistencia. Durante todo ese siglo XV que tardó Espana en invadir y someter al pueblo canario, también tuvo lugar la colonización de todos los pueblos del continente americano.

Con posterioridad a Espana, muchas otras naciones europeas saqueadoras se incorporaron rápidamente a la loca y depredadora aventura colonial en los continentes africano, americano, asiático y australiano. Tal es el caso de Inglaterra, Portugal, Francia, Italia, Alemania, Bélgica, Holanda, Dinamarca, Noruega y otras más.

El sistema colonial o el coloniaje implica varias condiciones. A saber: primero, existe un territorio habitado por un pueblo originario que es asesinado, invadido, conquistado y sometido por un ejército extranjero; segundo, la población originaria con una lengua, cultura y espiritualidad autóctona es esclavizada; tercero, la finalidad del proceso colonizador es la explotación, robo y saqueo económico; cuarto, para la perpetuación del expolio económico se mantiene la dominación política, eclesiástica, militar, policial, judicial, educativa, cultural, mediática y administrativa foránea.

Las consecuencias psicológicas del coloniaje en el pueblo colonizado y en el pueblo colonizador son bien conocidas (Fanon, 1961; Memmi, 1971; Zahar, 1970). Resumiendo esas consecuencias negativas en el colonizado se podría hablar de la psicopatología del colonialismo, entre lo que podemos resaltar lo siguiente: 1) Destrucción de la lengua, cultura y espiritualidad autóctona; 2) esclavización, con la pérdida total de la libertad; 3) aculturación, con la imposición violenta de la cultura del colonizador; 4) alienación, que desposee al individuo de su personalidad o deshace su personalidad; 5) infravaloración; 6) autodesprecio; 7) intrapunición; 8) servilismo y vasallaje. Todo ese conjunto de efectos psicológicos perniciosos puede ser etiquetado como "síndrome del colonizado" (Bethencourt, 1988). A su vez, en el colonizador algunas de las psicopatologías más evidentes son las de la mitomanía, la cleptomanía, el síndrome de Diógenes y el autoritarismo-fascismo (Bethencourt, 2009).

En el siglo V, uno de los pueblos germánicos procedentes de Europa Central que se asentó en la península Ibérica fue el Vándalo, conocido por ser mentiroso, ladrón, sucio y asesino. Respecto a la inclinación patológica, obsesiva y compulsiva del colonizador espanol hacia el robo, el propio mercenario, esclavista y carnicero Hernán Cortés afirmaba de sí mismo lo siguiente: "Nosotros los españoles sufrimos de una enfermedad que solo el oro puede curar".

Es bien sabido que una de las tres grandes patas que ha tenido el fascismo en Europa es la de Espana, con el dictador, militar y represor Francisco Franco, que impuso una dictadura sangrienta de cuarenta años. Las otras dos patas son la de Alemania, con Adolf Hitler, y la de Italia, con Benito Mussolini.

Donde hubo siempre queda. La reciente victoria electoral con mayoría absoluta obtenida por el PP (Partido de la Peseta), el 20 de noviembre de 2012, demuestra bien a las claras la pervivencia genética de ese pueblo vándalo y la orientación ideológico-política fascista de amplísimos sectores de la sociedad espanola.

En psicología y psiquiatría se dispone de taxonomías clasificatorias de las enfermedades mentales, que ayudan a realizar los psicodiagnósticos oportunos. En tal sentido, podemos recordar, en primer lugar, el DSM-IV (Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders, ''Manual Diagnóstico y Estadístico de los Desordenes Mentales'') de la APA (American Psychiatric Association), que está muy próximo durante este año 2012, o en el venidero 2013, a su quinta versión, que dará lugar al DSM-V. En segundo lugar, se cuenta con la CIE-10 (Clasificación Internacional de Enfermedades) de la OMS (Organización Mundial para la Salud), que en su capítulo V y con el código F00-F99 contiene los trastornos mentales y del comportamiento. En dichas clasificaciones podemos encontrar un buen repertorio de los efectos psicológicos negativos generados por el colonialismo y el capitalismo (Fromm, 1990).

El colonialismo, aunque anacrónico, como delito de lesa humanidad no prescribe jamás y actualmente continúa perdurando, tal como ha señalado (y hemos tenido oportunidad de resaltar al principio) el periodista Christopher Dickey en su artículo titulado "The empire burden", en la revista Newsweek del 22 de junio de 2009 (págs. 44-48). En dicha publicación se analiza los territorios del planeta que aún son colonias. Más concretamente, en esa lista aparecen Francia (21 colonias), Dinamarca (2), Portugal (2), Espana (7), Holanda (2), Noruega (5), Reino Unido (18) y Estados Unidos de Norteamérica (14).

Como antes señalábamos, las Islas Canarias son una de las colonias que Espana continúa saqueando desde que fueran invadidas en el siglo XV, sometiendo a la esclavitud a su pueblo aborigen. El colonialismo como sistema malvado, en lo económico, expolia; en lo cultural, aliena, y en lo psicológico enferma.

Dichas islas son una nación que mantiene aún un estatus de colonia de Espana. Son un archipiélago africano de un Estado europeo, pero no aún un Estado Archipielágico independiente y soberano, como por ejemplo Cabo Verde. Es preciso señalar que cuando Canarias se constituya en un Estado soberano e independiente, en base al derecho marítimo internacional revisado en la Conferencia Mundial de Montego Bay, en Jamaica, en 1982, tendrá reconocida su Zona Económica Exclusiva, lo que haría que nuestras islas pasen de la superficie actual de 7.492 km2 como colonia a 700.000 km2 como país independiente futuro.

Esa situación colonial se ha visto muy agravada desde la incorporación forzosa de las Islas a la Unión Europea (UE) en el año 1986, dado que la metrópoli colonizadora se ha ampliado desde un solo Estado europeo a todo un bloque europeo capitalista y supranacional. La denominación de Región Ultraperiférica (RUP) que la UE impone a nuestras islas y la de Comunidad Autónoma (CA) que Espana obliga a utilizar enmascaran eufemísticamente nuestra condición colonial.

La localización geográfica del Archipiélago canario está en el océano Atlántico, frente a la costa noroeste de África, entre las coordenadas 27º 37'' y 29º 25'' de latitud norte y 13º 20'' y 18º 10'' de longitud oeste.

La superficie geográfica actual de nuestras islas es, como ya se ha indicado anteriormente, de 7.492 km2, con una población de 2.126.769 habitantes (datos del INE: Instituto Nacional de Estadística espanol para el 1 de enero de 2011), lo que arroja una densidad demográfica de 284 habitantes por kilómetro cuadrado, la más alta de toda la UE y de toda Espana. Esta última tiene una densidad de 92 hab/km2. Además, el número anual de turistas que visitan las Islas es de doce millones de personas. Finalmente, la UE totaliza 501,1 millones de habitantes con derecho a libre circulación y libre asentamiento en las Islas (datos de Eurostat: Comisión Europea de Estadísticas para el año 2009). En definitiva, la invasión poblacional como estrategia colonial continúa siendo una de las armas más poderosas de la metrópoli, la cual continúa practicando el racismo endófobo contra el pueblo canario (Bethencourt, 2006).

La sociedad canaria, como consecuencia de la pertinaz colonización espanola y acrecentada por la actual crisis sistémica global del capitalismo mundial, sufre los índices socioeconómicos más negativos de todo el Estado espanol. A saber: 1) saqueo y expolio de los recursos económicos generados en las Islas (la hacienda espanola y las empresas capitalistas foráneas extraen anualmente enormes cantidades de dinero y riqueza jamás confesadas); 2) tasa de desempleo del 31%; 3) pobreza del 25%; 4) alto fracaso escolar (menos del 3% del PIB, Producto Interior Bruto, dedicado a educación); 5) fuerte alienación cultural; 6) deterioro de la sanidad pública con masificación y altas listas de espera para ser atendido; 7) falta de democracia con una ley electoral que impone restrictivos topes del 30% insular y del 6% nacional para poder obtener representación institucional; 8) estructura socioeconómica frágil y nada diversificada (más del 80% de la economía está concentrada en hostelería-turismo y cemento-edificación); 9) alta desigualdad social; 10) alta dependencia alimentaria exterior (más del 90% de los alimentos son importados); 11) desnutrición superior al 20%; 12) fuerte división administrativa en dos provincias enfrentadas y en pleito permanente, fomentado desde la metrópoli y con la colaboración de la oligarquía insular; 13) la clase trabajadora con los salarios más bajos y las jornadas laborales más altas del Estado espanol; 14) alta prevalencia de las enfermedades mentales (Díaz, 1999), con alta tasa de suicidios y con alto consumo de psicofármacos; 15) ausencia total de banca pública, hacienda pública y política fiscal canaria propia; 16) más del 95% de los medios de intoxicación informativa de masas en manos privadas de la burguesía y oligarquía; 17) paradoja urbanística, pues a la escasez de viviendas para el pueblo canario, se une la abundancia de las mismas para colonizadores espanoles y europeos (un tercio de las viviendas están desocupadas, al ser muchas segundas o terceras residencias esporádicas y estacionales de espanoles y europeos); 18) elevados índices de delincuencia concretados en robos, secuestros, asesinatos, narcotráfico, corrupción política y empresarial; 19) muy baja implantación de los servicios sociales dirigidos a la atención de la población con necesidades especiales (nivel de 1,8 sobre 10); 20) alta dependencia foránea de empresas privadas transnacionales para la telefonía y la conectividad a internet.

Al saqueo actual de las riquezas de las Islas Canarias debemos añadir el futuro y próximo expolio de los abundantes recursos de hidrocarburos (140.000 barriles diarios de petróleo) y múltiples metales contenidos en los fondos marinos canarios, especialmente, en las cercanías de las islas de Lanzarote y Fuerteventura.

Debemos tener muy presente que a la colonización espanola y europea del Archipiélago canario se le añade la estrategia imperialista gringa, que pretende convertir nuestras islas en plataforma de agresión, explotación, expolio y saqueo de las riquezas de los pueblos hermanos del continente africano. Los planes del AFRICOM y la OTAN con los puertos militares de Arinaga (G. Canaria) y Granadilla (Tenerife) son la demostración más palpable de tales amenazas.

Asimismo, el área geográfica en la cual se encuentra enclavada Canarias está siendo escenario de la fuerte confrontación geométrica entre el Pentágono (imperialismo gringo más aliados europeos) y el Triángulo ABC (ASA, América del Sur-África; BRICS, Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica, y CELAC, Comunidad de Estados latinoamericanos y caribeños), pues los países del triángulo son conscientes del potencial geoestratégico de las Islas Canarias, de cara a promover un nuevo orden mundial más justo, libertario y respetuoso con la madre tierra, que logre eliminar para siempre las lacras del colonialismo, capitalismo e imperialismo (Bethencourt, 2012).

En la historia de la humanidad han existido dos grandes momentos emancipatorios y descolonizadores: el primero durante el siglo XIX, en el cual se producen las independencias de los países latinoamericanos y caribeños; el segundo durante el siglo XX, gracias al cual acceden a la soberanía los países africanos, muchos a través de la resolución 1514 de la ONU.

Canarias, que ya por mérito propio está inscrita en el libro Guinness de los récords, al ser la colonia más antigua del planeta Tierra, ha dejado pasar de largo esos dos periodos, pero muchos estamos convencidos de que el siglo XXI será el de la descolonización definitiva de nuestras islas, junto a otras naciones que aún permanecen colonizadas.

Las organizaciones políticas y movimientos sociales emancipatorios de esas naciones todavía colonizadas han prestado tradicionalmente mucha atención a la liberación nacional y social de sus respectivos pueblos, pero han descuidado o ignorado la liberación psicológica de los mismos. En tal sentido, me adhiero a las propuestas de Ignacio Martín Baró (1998) sobre la psicología de la liberación, que nos alertan de la necesidad de abordar, en cada individuo, el cambio necesario de patrones de conducta, de procesos cognitivos y de mecanismos afectivos que permitan la construcción de personas nuevas y sanas, liberadas para siempre de las secuelas perniciosas del colonialismo, imperialismo y capitalismo.

Asimismo, coincido con Ian Parker (2010), quien desde las posiciones de la psicología crítica afirma que "el ámbito de la psicología es político", y, en consecuencia, frente a la instrumentalización de la misma por el poder (colonial, imperial o capital), debemos confrontarlo, concienciando y movilizando a las personas para la destrucción o transformación del mismo.

En definitiva, desde la liberación psicológica de las personas, avanzaremos hacia la liberación social de la clase trabajadora frente a la oligarquía y hacia la liberación nacional de la colonia ante la metrópoli.

Comunicación presentada en el IV Congreso de ULAPSI (Unión Latinoamericana de Psicología), celebrado en Montevideo (Uruguay) los días 26, 27 y 28 de abril de 2012.

*Profesor titular de la Facultad de Psicología y coordinador del grupo de investigación PSYPOLCA (Psicología Política de Canarias). Universidadde La Laguna (Canarias, África)

jbethen@ull.es