Tal vez fue un maleficio. Quizás un embrujo. Un encantamiento, un sortilegio o un hechizo que salió de una mágica bola a la voz de abracadabra lo que el año pasado hizo que desapareciera de la noche a la mañana una masa de 130 kilos de carne, y subiendo...

Para algunos llegó la calma. Es más, hasta desde el Organismo Autónomo de Fiestas reconocen que les piden a los vampiros y al hombre lobo que localicen la fórmula de esa pócima para repetir el experimento. Otros, hasta se apiadaron entonces de aquel animal que se quedó tirado en la cuneta con la impotencia de ser incapaz de mantener el pulso día a día.

Hoy, el destino ha permitido el reencuentro con una pasión que, si siempre pone a cien la adrenalina, esta edición más que nunca es una gran incógnita. Un desafío. Un reto. ¿Ese tiratintas estará a la altura de los acontecimientos? ¿Aguantará el tirón?

No busca que le pasen la mano. Antes bien, se acuesta con la incertidumbre del qué pasará mañana... Cuándo pinchará la máquina.

En casa, reproches por el tiempo de ausencia (¡y con lo bien que les vino a los niños para que levantaran vuelo escolar!); en el periódico, pugna por hacer algo diferente; en la comunidad, casi vacaciones... Ese vampiro al que todavía no termino de conocer chupa sangre de escarcha. Solamente un deseo: llegar al destino con calidad y un gran equipo de compañeros. Ahora sí. Y van 20.

Humberto Gonar