En una capital tinerfeña a la que los colectivos de personas discapacitadas le ponen "un suspenso en accesibilidad" la palma en cuanto a los edificios públicos parece que se la lleva el Museo de Bellas Artes, que ya alcanza el "muy deficiente". EL DÍA lo pudo comprobar con varias personas con problemas de audición, invidentes y con discapacidad física. Para ellos las puertas del Museo están cerradas, no sólo en el sentido real como ocurrió el día del reportaje, sino en cualquier otra jornada cotidiana.

Los usuarios argumentan que "este es un lugar lleno de barreras arquitectónicas y un ejemplo evidente es la muestra sobre Imeldo Serís, para llegar a la cual hay que subir casi cien escalones desde la entrada principal". Así, un pequeño bordillo separa el acceso desde la calle peatonalizada, José Murphy, en la que se encuentra ubicado.

Luego, tres plantas y decenas de escalones impiden a personas en silla de ruedas acceder a donde pretenden. Ni siquiera hay un ascensor de servicio para subir al viejo edificio de la trasera de la plaza del Príncipe. No existen tampoco ni letreros en braille ni audífonos, en el caso de que se pueda llegar a la sala de exposiciones. Por no hablar de la carencia de guías o informadores, carencias que van en contra lo el que dicta la ley.

El Plan E.- La concejalía de Cultura que preside Ángela Mena señala el segundo Plan E estatal como la panacea, "pues el proyecto entra dentro de las nuevas exigencias como innovación, sostenibilidad y accesibilidad. Pero primero tendrá que aceptarse la obra, costosa, ya que también incluye la Biblioteca, pues ha originado el rechazo de buena parte de los grupos de la oposición. Desde el Ayuntamiento de Santa Cruz reconocen la existencia de las barreras, pero también que hay un proyecto, en colaboración con Sinpromi, para colocar carteles en braille. Además, la maquinaria y el ascensor se instalarán en la planta baja, donde se ubica la hemeroteca, y de allí al tercer piso

Los afectados.- Pero para los interesados no se trata sólo de un ascensor o unos letreros en braille, sino que "se debe ofertar la igualdad de oportunidades y eso pasa por todo el abanico de las adaptaciones especiales. Por qué no se esperó a después del próximo verano para lanzar la campaña de sacar el Museo a la calle. Tal vez no se pensó en el inmenso colectivo que se excluía del proyecto, Y no es sólo con la discapacidad sino con otros colectivos como los mayores o los enfermos".

Los testimonios son concluyentes. Por ejemplo, Toño Cabrera, de la coordinadora de discapacidad física de Tenerife, aseguró: "Esta no es una ciudad accesible, aunque se intentan algunas cosas para mejorar, pero la Ley de Accesibilidad de 1995 estipulaba diez años para la adaptación y cumplirla. Estamos en 2009, 14 años después, y apenas se ha hecho algo. Respecto al Museo de Bellas Artes, en concreto, acceder a la parte de arriba, a la sala de exposiciones, es prácticamente imposible, aunque yo vaya en una silla manual y no eléctrica".

Domingo Hernández, presidente de la Asociación de Sordos (Asorte), también es muy crítico en sus apreciaciones: "Los que trabajan allí deberían conocer el lenguaje de signos, sin olvidar la inclusión de intérpretes o el llamado signo-vía, una especie de móvil para nosotros en las exposición. En caso de emergencia las señales no están adaptados a nuestra discapacidad. La mejor forma sería contar con algún recurso lumínico. El ascensor debería estar visible y yo recomiendo que copien ejemplos como el del Reina Sofía de Madrid. A la ciudad, y en el caso concreto de las personas sordas, le doy de nota entre un 0 y un 1. Hay mucha teoría, pero en la práctica, muy poco. Hay que concienciar y sensibilizar a la sociedad, pero si las propias autoridades no hacen nada, resulta complicado. Veo positivo haber incluido en los concursos del Carnaval al intérprete de signos, aunque falta la Gala. Y es muy pequeño el espacio del intérprete, pero hemos hablado con el concejal de Fiestas para arreglarlo".