SOBRE los parques tecnológicos existe la idea, bastante generalizada, de que son algo así como unos polígonos industriales de lujo, pero esa es una idea equivocada. Un parque científico y tecnológico es mucho más que eso. Es una organización gestionada por profesionales especializados, cuyo objetivo es, sin duda, proporcionar espacio físico e instalaciones de gran calidad, así como servicios de valor añadido a las empresas instaladas en el mismo, pero, sobre todo, los parques tienen como objetivo fundamental promover la cultura de la innovación y la competitividad de las empresas e instituciones generadoras de saber instaladas en el parque o asociadas a él, estimular y gestionar el flujo de conocimiento y tecnología entre universidades, instituciones de investigación, empresas y mercados; impulsar la creación y el crecimiento de empresas innovadoras mediante mecanismos de incubación...

La importancia creciente de los parques científicos y tecnológicos viene dada por la necesidad de desarrollar la capacidad de transformar eficazmente el conocimiento en desarrollo económico, y esta es la razón por la que se presta cada vez más atención a la potenciación de las actividades de I+D+i dentro del mundo académico y empresarial. Y dentro del contexto de esa economía basada en el conocimiento, los parques científicos y tecnológicos juegan un papel fundamental como centros potenciadores de esa economía nueva, especializados en acrecentar la competitividad de empresas, en crear nuevas actividades empresariales fundadas en la voluntad y capacidad de innovar y de incorporar tecnología a procesos y productos, y en poner en marcha y gestionar mecanismos que estimulen y faciliten que el conocimiento generado por las actividades de estudio e investigación tenga una traslación al mercado, contribuyendo de esta forma a generar riqueza y empleo.

Pero si la promoción de las actividades de I+D+i juega cada vez un papel más importante en la evolución de las economías, en el caso de Tenerife, su limitado tejido productivo e innovador evidencia, aun más, la necesidad de crear los instrumentos que ayuden a mejorar dicha situación extendiendo la economía del conocimiento y, en este sentido, probablemente, el instrumento más eficiente para lograr tal objetivo es un parque tecnológico. Con él se pretende favorecer el desarrollo de las actividades empresariales dedicadas a la investigación, al desarrollo y a la innovación (I+D+i ).

Consciente de todo ello, en el año 2005, el Cabildo de Tenerife encomendó a la Asociación Internacional de Parques Científicos y Tecnológicos (IASP) la elaboración de un estudio sobre la viabilidad, conveniencia y posibles ubicaciones de un parque de este tipo en Tenerife.

Los resultados de aquel estudio fueron concluyentes. La instalación de un parque tecnológico en la Isla no solo era viable, sino absolutamente necesaria, si Tenerife no quería perder el tren de su incorporación a la economía del conocimiento con lo que ello supondría. Pero, además, había que tener en cuenta que Tenerife, Canarias en general, por su condición insular y distante, se encuentra con una serie de barreras geográficas en la explotación económica, en relación a los mercados desarrollados, que hasta el momento ha dificultado, en gran manera, su desarrollo y expansión, y, precisamente, uno de los elementos clave en la economía del conocimiento es el escaso impacto que la distancia tiene en el desarrollo y comercialización de actividades, productos y servicios, de tal modo que la dependencia de la situación geográfica, que es inamovible, se sustituye por el grado de conectividad a redes y mercados globalizados. Con ello se conseguirá liberar nuestra economía de una de sus principales trabas.

Por otro lado, el parque favorecería la creación de centros tecnológicos y científicos de excelencia con la capacidad de transformarse en puntos de referencia internacional en materias específicas. Además, el parque supondría el apoyo a la evolución y creación de un nuevo tejido económico basado en el conocimiento a través de la promoción de la cultura empresarial e innovadora, la formación y el apoyo a nuevas ideas y proyectos, vía herramientas como centros de incubación, y, por fin, la existencia del parque tecnológico es fundamental para poder llevar a cabo una política de atracción de empresas basadas en el conocimiento, tanto nacionales como internacionales.

Dejando bien clara la viabilidad y conveniencia de la creación del parque, la IASP propuso dos posibles enclaves: uno, en el área metropolitana, en la zona de Cuevas Blancas, término municipal de Santa Cruz, y otro en el polígono industrial de Granadilla. La decisión de la Sociedad Parque Científico y Tecnológico de Tenerife, creada por el cabildo para el desarrollo del parque, fue establecerse en ambas zonas, si bien iniciando su actividad en Cuevas Blancas. Para ello, nos pusimos en contacto con la Gerencia de Urbanismo de Santa Cruz y con el equipo redactor del PGOU de la capital, a los efectos de que el nuevo planeamiento municipal que se encontraba en avanzado estado de tramitación en aquel entonces contemplara las condiciones urbanísticas adecuadas para el desarrollo del parque, como así se hizo, de tal modo que, actualmente, el nuevo PGO recoge, para aquella zona, todas las características y condicionamientos urbanísticos idóneos para el desarrollo óptimo del parque. Sin embargo, el retraso de la puesta en marcha del PGO ha impedido seguir adelante con los pasos siguientes necesarios para hacerlo realidad. Aún hay que redactar el proyecto de reparcelación, el proyecto de urbanización, proceder a la permuta de terrenos y, lógicamente, proceder al inicio de las obras, pasos imposibles de dar en tanto el PGO no esté aprobado definitivamente. Este retraso en la entrada en vigor ha paralizado la creación del Parque Tecnológico de Tenerife, lo que está suponiendo un retraso muy importante, a su vez, en el proceso de incorporación de la Isla a la economía del conocimiento; se han perdido proyectos que han abandonado su idea de establecerse en el parque, al no disponer del suelo necesario, y no se han podido aprovechar subvenciones. De hecho, los cincuenta millones de euros que dentro del Plan Canarias están previstos para el Parque Tecnológico de Tenerife peligran si no se pone en marcha en breve plazo el inicio de su construcción. Si el Plan General de Santa Cruz tuviese un nuevo retraso, PCTSA tendría que replantearse su idea de iniciar su actividad en Santa Cruz e ir a una nueva concepción de parque diseminado geográficamente fuera de la capital tinerfeña. Con ello, el Parque Tecnológico de Tenerife perderá gran parte de su efectividad a la vez que la capital habrá perdido la oportunidad de contar con un instrumento que la podría convertir en la principal sede de la economía del conocimiento del Archipiélago y en un importantísimo motor de creación de puestos de trabajo cualificado y de atracción de inversiones. Por el contrario, si el Plan se aprobara en este primer trimestre de 2010, el parque podría ser una realidad a finales de 2011.