Nieves Morales enviudó hace 12 años y su vida dio un giro radical desde ese momento, ya que con una enfermedad que le establece un grado de minusvalía del 62%, se ha visto obligada por diferentes circunstancias a emprender la vida prácticamente en la calle.

Con 53 años de edad y tres hijos, actualmente emancipados pero con una relación que está marcada por la distancia, sólo tiene por ingresos los 350 euros de su pensión de viudedad.

Desde el año 2001 ha cambiado en 16 ocasiones de domicilio, que representan otros tantos intentos por reemprender su vida, principalmente porque "no he podido hacer frente al pago del alquiler", al margen de otros cambios de domicilio que se han truncado por una u otra razón, entre ellas, las malas relaciones con sus hijos, "con los que he tenido problemas y me han echado a la calle".

A pesar de que en el año 2000 le fue otorgada una vivienda de Protección Oficial, en régimen de alquiler, un cambio de baremo la dejó fuera. "Me vi tirada en la calle, hasta el punto de que perdí los enseres y comencé en ese momento con lo puesto y buscando trabajo de casa en casa", dice.

En la actualidad está en una casa de alquiler en el barrio de Valleseco, en la cual asegura que ha pagado el alquiler de febrero a julio, que "pagaba con dinero en mano", pero en Servicios Sociales le han manifestado que aportara los recibos para tener a cambio una ayuda o una vivienda, "pero han pasado tres meses y ahora me reclaman cuatro meses, y temo que en febrero, cuando se me acaba el contrato, me pueda volver a ver de nuevo en la calle, algo a lo que no estoy dispuesta, pues en el ayuntamiento tienen la responsabilidad porque han dicho que me iban a ayudar".

Además, también ha establecido contactos con la concejal del Distrito de Anaga, Luz Reverón, con la que ha analizado la situación sobre la vivienda, "pero todo está en manos de los concejales hasta que se busque una solución".

Nieves explica que sus carencias son acuciantes y que ha tenido que tomar la decisión de "entrar en la asociación de vecinos Siglo XXI, del barrio de Valleseco, como voluntaria, porque si no, estaría tirada en la calle y muerta de hambre", pues los problemas de salud le impiden trabajar "y lo que cobro de pensión lo destino a otros pagos, pues tengo un embargo en la Seguridad Social, unos audífonos y unos préstamos, y eso es lo que quiero que entiendan los políticos de una vez, cómo se puede vivir con sólo 350 euros al mes".

Recuerda que desde el año 2000, "cuando deposité mis pertenencias en casa de un conocido que se quedó con todo, estoy en la calle reclamando una vivienda", momento a partir del cual comenzó su deambular por "pensiones, compartiendo pisos o haciendo frente a unas casas y a otras no".

A estas alturas, asegura que "si no me dan una solución, porque me han aconsejado que no pagara hasta que se arreglara la ayuda al alquiler, me encadeno en el ayuntamiento, porque tengo 53 años y ya no se ríen más de mí", pues el panorama que describe es el de una mala relación con sus hijos y con "mis nueve hermanos, que es como si no los tuviera".

Desde hace 12 años ha vivido cuatro desahucios y sus residencias han estado ubicadas en San Matías, El Cardonal, La Salud, las calles Ramón y Cajal, Poeta Tomás Morales, Calderón de la Barca, hasta La Cuesta o Güímar, para terminar desde principios de 2009 en el barrio de Valleseco, donde aún espera un giro en su vida.