Tras unas cinco décadas forjando la historia del comercio de la capital tinerfeña, la tienda Firpe de la calle San José cerrará sus puertas, irremediablemente, a mediados del próximo mes de marzo.

La crisis económica y un enfoque comercial que no se ha adecuado a la fuerte competencia de las multinacionales, además de los cambios físicos que ha supuesto para la ciudad la peatonalización de muchas calles, han acabado por sumir en la desaparición a un establecimiento que era toda una institución y cuyos clientes son los primeros en lamentar este triste desenlace.

Esta empresa contaba con 32 empleados hasta el año pasado, de los que aún quedan 19 que desarrollan sus funciones con la angustia de saber que toda su vida está a punto de dar un giro que será irremediable.

Con 43 años de experiencia laboral en Firpe, Julio Alonso, que es el responsable de compras, asiste al cierre de su empresa con cierta resignación, pues a pesar de que lleva desde los 14 años trabajando en diferentes departamentos, ahora considera que en "este triste desenlace" han influido muchas cosas al margen de la crisis económica, "por lo que ya estábamos mentalizados. Quizá en dos meses nos daremos cuenta realmente de lo que pasa y ha pasado".

El ajetreo ayer en la tienda era constante, pues los carteles con las rebajas de hasta el 70% por motivo del cierre llamaban la atención de los clientes, que entraban a la tienda no sólo por la oferta, sino para interesarse por las circunstancias de esta desaparición y por el futuro de los trabajadores que durante tantas décadas les han ayudado a equipar sus hogares.

Roberto Tejera, que es el encargado de la contabilidad y que el próximo mes pone fin a una experiencia de 45 años, considera que en el cese de la actividad "ha influido una falta de actualización al mercado en el momento adecuado y un cambio en los productos por los que éramos conocidos; son un cúmulo de circunstancias que han acabado afectando a los clientes".

"Es muy duro"

Tejera teme que tras dedicarle la vida a esta empresa, "luego tenga que pasar por delante y ver que está cerrada".

Celsa cumplirá el 9 de marzo 30 años como dependienta en la empresa, "lo que quiere decir que mi vida está partida", ya que el cierre "me parece fatal, porque yo consideraba la empresa como mía y, a partir de ahora, sólo quiero trabajar, pues es muy duro que después de estar aquí desde los 16 años, me vea en el paro y, encima, que no nos paguen todo lo que nos pertenece".

La mayor parte del personal tiene muchas décadas de experiencia, por lo que temen que "tendremos muy complicada nuestra incorporación al mercado laboral".

Ayer se cumplían 50 años desde que Ernesto llegó a Tenerife, y había entrado a la tienda con la intención de comprar una cafetera, "pero me he llevado la desagradable sorpresa del cierre. Vemos las estanterías casi desiertas y creo que no se puede permitir la desaparición de una institución como Firpe, porque si estuviera don Ángel, al que traté mucho, esto no hubiera ocurrido".

Todo empezó hace cinco décadas, cuando Ángel Alonso supo adecuarse a un mercado donde afloraban los electrodomésticos que hoy en día son indispensables. Fue pionero en traer a las Islas las primeras cocinas de gas, al margen de intentar satisfacer a su clientela con una política de precios razonables y fijos, introduciendo en los hogares tinerfeños las lavadoras, neveras o aparatos de música de las marcas más exclusivas.

Al margen de la expansión con nuevos establecimientos y productos, en Firpe han sabido adaptarse a la realidad del mercado y la competencia, ofreciendo productos para el hogar y convirtiendo esta tienda de la calle San José en lugar de paso obligado para todo tipo de equipamientos.