En apenas ocho meses, el otrora "inquisidor" de la Sociedad de Desarrollo de Santa Cruz y ahora consejero delegado, Ángel Isidro Guimerá, ha pasado de sospechar del desvío de dinero hacia el área de Fiestas, de exigir y anunciar con insistencia una auditoría y de sintetizar su cometido como una especie de agujero negro para "bonchos, bodorrios y fiestas" a elogiar el "elevadísimo nivel de justificación de los proyectos que lleva a cabo", subrayando que, "desde su constitución, no se ha iniciado ningún procedimiento de reintegro de subvención alguna".

Así se expresa, de forma literal, en sus respuestas a las numerosas preguntas efectuadas por la oposición en el último pleno sobre el deambular, la situación actual y futuro de la entidad. El que fuera uno de sus principales fiscalizadores y detractores, sobre todo en la etapa de Ángel Llanos, se muestra ahora entusiasta con el proceso de selección previo por el que pasan los proyectos que tienen financiación exterior.

Según recalca, se trata de una selección "independiente, ya sea local, regional, nacional o europea". Subraya las "justificaciones intermedias y la final", y tampoco se olvida de los controles internos: "Cada departamento tiene una idea fiel a la realidad para continuar por esa línea o modificar actuaciones".

En declaraciones a EL DÍA, Guimerá indicó que esto no significa una contradicción respecto a lo que pensaba de la gestión de Llanos, sino un elogio de los técnicos y los controles. Según sus datos, la sociedad contó en 2009 con una partida de 1,66 millones, de los que el Contrato Programa acapara gran parte (1,06). Un contrato que, según destaca, tiene por cometido el mismo objeto social de la empresa: "El desarrollo de cuantas actuaciones sean de interés para el desarrollo económico y social de Santa Cruz".