La playa anexa a las instalaciones del Parque Marítimo continúa siendo el improvisado hogar de Juan Carlos que ha tomado la arena amarilla de tan particular entorno como su zaguán de entrada a la chabola que levantó hace ya seis meses junto al muro que lo separa del conjunto de piscinas. De esta forma, Juan Carlos se ha convertido en la única persona de la decena que vivía en la playa que continúa en el mismo lugar, pese a la orden judicial de desalojo de todas las instalaciones que fue remitida el pasado mes de febrero.

Juan Carlos asegura que ni el sol ni el salitre resultan un problema, y a sus 45 años, este divorciado operado del pulmón y su inseparable perro se han convertido en los principales guardianes de una playa que tuvo un esperanzador pasado pero que se ha convertido en otra zona del litoral santacrucero en la que lo que predomina es el abandono y la basura.

Sin embargo, es él quien intenta mantenerla limpia a diario ya que el Ayuntamiento de Santa Cruz "sólo se llevó la madera del chiringuito y dejó todo lo demás", asegura. Conocido entre los habituales de la playa, que los hay y mucho "sobre todo los fines de semana" ante la ausencia de otras zonas de baño en esta parte del litoral, son muchos los bañistas que reconocen que no hace daño a nadie y que "sin él la playa estaría, incluso, peor y con más inseguridad". Así, aunque pudiera parecer un entorno privilegiado, Juan Carlos vive con vistas a la desidia y al abandono.

De hecho, lo primero que se observa al llegar a la playa por uno de sus dos accesos públicos (aunque sólo conocidos para los habituales) es la presencia de bidones oxidados con los residuos rebosando. Y cuando no es así, el contenido de estos recipientes es quemado por algún desaprensivo y la arena queda cubierta por un hollín negro. Al lado de este paisaje degradado la gente sigue intentando bañarse en un trozo de espacio costero público.

Sólo algunos acuerdos como el del tagoror del Distrito Salud-La Salle, que recientemente aprobó por unanimidad instar al ayuntamiento a que limpie la playa y mejore los accesos, dan algo de esperanza a una zona cada vez más degradada. De la intención de convertirla en una "playa fashion" en la que pudieran admirarse las puestas del sol al más puro estilo ibicenco ya sólo queda el recuerdo. La realidad es muy distinta y se asemeja más a la situación de otras partes del litoral santacrucero, como la playa ubicada junto al Club Náutico, dominadas por la falta de mantenimiento.

Mientras tanto, Juan Carlos sólo espera que alguien arregle la playa con el único anhelo de que no lo echen de allí, un lugar que ha convertido en su propio hogar con vistas a la desidia.