Solo el ruido de las obras y el movimiento de las grúas transportando el material de sus futuras casas mantiene intacta la ilusión de las últimas 108 familias de la Cuesta de Piedra que llevan más de 12 años esperando por el proyecto de reposición.

Con los dos últimos grupos de casas prácticamente en proceso de construcción (las parcelas M-2 y M-3), ahora llega el momento de reconocer que desde el año 1996 se ha venido fraguando una lucha vecinal por la mejora de las condiciones de vida de los vecinos de esta zona de la capital, así como por "tener un reconocimiento especial para aquellas 108 personas que aún siguen esperando y han sido pacientes, porque han soportado las demoras y la evolución de todas las promociones que se han ido ejecutando", dijo Celso Blanco García, representante de la Comisión de Reposición.

En la primera fase de Cuesta de Piedra "se logró sacar el dinero de la ampliación del convenio de La Candelaria, al que se acogieron cien vecinos y supuso también la construcción de 72 dúplex en la parte alta y 64 de la zona baja del barrio", recordó Celso, quien también explica que para el último grupo de residentes, la situación actual ya no es la mejor para sus condiciones de vida, pues sus viejas casas cada día están más deterioradas y "la falta de limpieza y mantenimiento" son cuestiones que forman parte de las críticas generalizadas.

Ana María González Díaz es la vicepresidenta de la asociación de vecinos Cuesta de Piedra, quien asegura que "ya hemos aguantado demasiado y ya estamos cansados, porque nos tienen abandonados". Explica que, "después de 12 años de espera, lo único que queremos es que nos hagan las viviendas, pues las que habitamos ahora están ya en muy malas condiciones". Ana González señala que "siempre se han incumplido los plazos y previsiones para los trabajos, y ya estamos cansados y enfadados de que nos tengan engañados".

Celso Blanco remarcó "la solidaridad de las últimas 108 familias, quienes han sufrido todo el proceso, hasta el punto de estar al borde de que sus casas no se harían, ya que se llegó a barajar que no había dinero".

El portavoz de la plataforma considera que las viviendas ya se tenían que haber entregado, pero explicó que, "por motivos políticos hemos padecido dos años de retraso, pues se tomó la decisión de no externalizar los proyectos, asumiendo su realización los técnicos municipales, cuyo coste en tiempo pagamos nosotros".

Es más, Blanco señala que según los compromisos de los responsables municipales, "ya se tendrían que haber iniciado las obras de la parcela M-3, anunciada para finales del año pasado". Así, y ante el desfase que padecen con los dos últimos grupos de viviendas, los vecinos advierten de que "no vamos a permitir que se entregue una parcela primero y que se tenga que esperar a la siguiente, porque no es justo que de las 108 familias que aún quedamos, la mitad se quede a la espera", ya que existe en el barrio cierta preocupación porque creen que no se van a cumplir los plazos de entrega.

No obstante, los propietarios tienen depositadas todas sus esperanzas en que sus nuevas viviendas van a representar un cambio significativo no sólo en sus vidas, sino en la colectividad, pues esta actuación contempla espacios comunes y equipamientos, algunos que no dependen del PGO "y en los que aún no se ha hecho nada y están abandonados".

Celso Blanco señaló, no obstante, que un barrio "no sólo está hecho de cemento y casas, pues está la vida de las personas, y por los equipamientos comenzaremos otra lucha vecinal si es preciso", pues asegura que "en Cuesta de Piedra estamos hartos de que siempre suframos retrasos en nuestras necesidades". En este sentido, el dirigente vecinal se refirió a que "contamos con la peor puntuación por parte del ayuntamiento, que retrasa nuestras necesidades para atender otras".

Explican que estas reposiciones suponen un cambio psicológico y social para la gente de Cuesta de Piedra, tanto para las personas que ya se han trasladado como para quienes piensan que se van a ir a una nueva casa. Ana González señala que "ya está bien de que nos traten como bichos porque vivamos aquí, porque este es un barrio con gente de todo tipo". No obstante, el principal inconveniente es que el 34% de las viviendas siguen tapiadas, cuyo suelo será destinado a equipamientos.

Este espacio, en el que también están las 108 viviendas donde aguardan las familias por el traslado, el mantenimiento no es el más adecuado, y los vecinos señalan que, a pesar de que se ha pedido saber su estado, "se desconoce qué pasa en esa realidad por la que nadie se preocupa".