Ciudades como Santa Cruz de Tenerife están llenas de trampas para los que circulan sobre dos ruedas. Se trata de elementos de inseguridad vial invisibles para los peatones o los que circulan en coches o vehículos de mayor tonelaje.

Víctor Suárez y David Domínguez, de la Plataforma Motera para la Seguridad Vial, mostraron a EL DÍA cómo se ve y se siente la ciudad sobre dos ruedas.

La primera impresión es que circular en motocicleta te ofrece mayor sensación de libertad, aunque suene a tópico. Ir en coche es como ver una película desde el sofá de tu casa o en la butaca del cine, mientras que la moto es como estar protagonizando la película.

La moto también te deja más expuesto: sientes la brisa, el sol y también el frío y la lluvia cuando los días están malos. Pero te aporta rapidez y comodidad en los desplazamientos, sobre todo a la hora de buscar un aparcamiento en el centro de la ciudad.

Víctor detalla que hay cerca de 90.000 motos en toda Canarias. Los datos del parque automovilístico motero completan que en la ciudad de Santa Cruz de Tenerife circulan 13.331 motos, según datos de octubre de 2010.

Todos estos moteros se topan a diario con inconvenientes en su circulación por la ciudad, a pesar de que Víctor Suárez reconoce que Santa Cruz no es de las peores en seguridad vial. Muchos de estos problemas derivan de la falta de planificación, de mantenimiento o de tener en cuenta a los que circulan sobre dos ruedas.

Un ejemplo claro son los bolardos -poste destinado a impedir que pasen o aparquen los coches-. Hallamos hasta tres tipos diferentes. Los redondos, que son los que prefieren los moteros; otros, planos y afilados, y unos terceros con forma de L. Los dos últimos pueden ser letales para los moteros. Una caída provocada por un ligero toque de un coche o una salida de vía al tratar de esquivar un obstáculo (un niño, un animal...) puede ocasionar una amputación.

Algo similar puede ocurrir con las farolas. David recuerda que "la normativa señala que tienen que estar metidas hacia dentro", no al borde del bordillo. Si están cerca de la vía pueden ocasionar un serio peligro para las motos (y los vehículos) que tratando de evitar un peligro se desvíen hacia la acera.

El firme y la pintura

Lo que más se nota, sin embargo, son las irregularidades del firme y la pintura. Los pasos de cebra o las líneas del asfalto en la ciudad "resbalan cuando llueve", aseguran desde la delegación de Tenerife de la Plataforma Motera para la Seguridad Vial. Algo que podría mejorarse, puesto que existe una pintura especial antideslizante, añaden.

En calles como la avenida San Sebastián se pintaron de negro las líneas amarillas que marcaban una señalización temporal, de obra. Esto, sin embargo, hace que también resbalen y lo más seguro sería quitarlas del todo (no disimularlas) cuando finaliza la obra. "Hay máquinas que las quitan", recuerda David Domínguez.

En esta avenida, además, hay numerosos parches que hacen más inestable y molesta la circulación sobre dos ruedas.

En las zonas de paradas de tranvía pueden observarse partes del firme adoquinadas, que se sienten cuando pasas sobre ellas montado en moto. En la zona de La Paz, además, están tan gastados que resbalan y en Cruz del Señor, muchos están rotos e, incluso, puede percibirse una clara hendidura del firme.

Otra pega son los bordillos que se han puesto para separar las vías del tranvía. La Plataforma Motera para la Seguridad Vial señala que son muy altos y terminados en arista. "Hace poco un compañero sufrió una caída a consecuencia de un toque de un coche", narra Víctor Suárez. "Él no se hizo nada, pero al caer la moto sobre ese bordillo se desmontó totalmente", apostilla.

Una calle castigada

La calle José Hernández Afonso, que va desde la Recova hasta la avenida Tres de Mayo, es una de las peores. El firme está destrozado, los pasos de cebra medio borrados y una parte adoquinada está tan deteriorada que la moto no deja de botar bajo las posaderas del motorista. Por esta vía transitan muchas guaguas, dada la cercanía del Intercambiador, lo que castiga el asfalto, que necesita de un mantenimiento mayor del que recibe en la actualidad, a la vista de su estado.

En el fondo, los representantes en Tenerife de esta delegación motera creen que todo es una cuestión de respeto. Aseguran que la mayoría de los moteros son respetuosos con las normas de tráfico. "Y el que va loco en moto es el mismo que va loco en coche", añade David Domínguez. Esto es porque la moto suele ser un segundo vehículo, que se usa normalmente "para trabajar" por su rapidez y comodidad.

Asimismo, subrayan la diferencia que existe entre moto y scooter. La primera la usa "gente con barba" y la segunda, "los jóvenes". Muchos de estos últimos, dada su propia juventud, son dados a correr riesgos innecesarios. Además, para llevar una moto se necesita un carné especial y una preparación más rigurosa.

"El 95% de las motos ponen el intermitente y el 70% de los accidentes de moto en ciudades de España son causados por un coche", afirma Domínguez.

Aparte, existen algunas lagunas en el conocimiento motero. Por ejemplo, las motos pueden rebasar a un coche parado por la izquierda o por la derecha, no así en movimiento. No deben detenerse o pararse entre dos coches cuando esperan en un semáforo, sino detrás, lo que es una práctica habitual, según lo que este periódico pudo observar.

No es de extrañar. Los moteros son conscientes de que son más vulnerables que las personas que circulan en vehículos cerrados. Un solo toque puede dar con sus huesos en el suelo y los accidentes suelen ser, si no graves, sí muy aparatosos.

Fallecidos y heridos

Víctor Suárez recuerda que en 2010 un total de 181 motoristas fallecieron en las carreteras españolas y que 2.300 resultaron heridos graves en accidentes de circulación en ciudades de España.

El ruido que hacen al acelerar (esa especie de rugido) no responde a un afán de molestar al resto de vehículos y viandantes sino una clara intención de hacerse notar, para que cuando estén en el ángulo muerto de un coche, este pueda percibir su presencia. Un ruido que esperan que llegue también a los que planifican el recorrido viario de la ciudad (y de la Isla) para que tengan en cuenta también la seguridad de los que van sobre dos ruedas.