La crisis económica actual está cambiando la geografía comercial de la ciudad, hasta el punto de que hay zonas de Santa Cruz donde el número de comercios que han cerrado en los últimos años casi se equiparan con aquellos que han ido superando esta difícil situación y mantienen abiertas sus puertas en medio de un ambiente de incertidumbre y agotamiento ante la falta de ideas y soluciones que les saquen de este profundo agujero.

El dicho popular reza que la felicidad va por barrios, pero la constatación de los datos hace que se refleje todo lo contrario incluso calle a calle. Ejemplo de una situación que ya casi se percibe como irreversible es la calle Ángel Guimerá, en pleno corazón de la ciudad, antiguo enclave comercial de Santa Cruz que hoy en día se está reduciendo a infinidad de escaparates vacíos y carteles que anuncian la venta o el traspaso de gran parte de los negocios.

A ambos márgenes de esta céntrica vía, el panorama comercial es desolador, desapareciendo de la oferta establecimientos que formaban parte de un enclave tradicional y con negocios que contaban a sus espaldas con décadas de experiencia y atención a sus clientes.

Este éxodo obligado por las dificultades ha dado paso a una nueva fórmula empresarial que cada vez tiene más presencia en la zona, donde las tiendas regentadas por los empresarios chinos han cambiado el paisaje, intercalándose entre los negocios más antiguos que aún resisten y cuyos propietarios no dejan de repetir, una y otra vez, que la situación está muy mal.

En el tramo que discurre entre la avenida Bravo Murillo y la calle Valentín Sanz, los comerciantes calculan que se han cerrado más de 20 negocios en los últimos años, lo que se traduce en que muchas familias se han tenido que ir al paro, un panorama que se traslada a las calles paralelas, donde se estima en más de un centenar las actividades que han zozobrado.

En un pequeño establecimiento donde se afilan cuchillos, y flanqueado por varios negocios orientales, Manuel espera sentado detrás del mostrador a que entre algún cliente para sacarle partido a su vieja cubertería, pero inevitablemente su respuesta es: "La cosa está muy mal".

Esquivo a las entrevistas, este gaditano afincado en la Isla hace muchas décadas explica que este negocio lleva funcionando unos 70 años, y remarca que "la cosa antes estaba mejor, pero ahora está fatal, algo que también les pasa a los del entorno, y eso está provocando que el comercio tradicional se pierda para siempre".

Políticos responsables

Manuel cree que de esta situación son responsables los políticos, que "no han sabido enfocar las cosas", aunque también atribuye a la implantación del tranvía la decadencia que sufre la calle Ángel Guimerá, "que nos ha perjudicado a todos, ya que estamos esperando a ver si escapamos o cerramos".

Para Chandru, responsable de personal de un establecimiento mayorista de electrónica, el problema es que "no hay negocio. Es la crisis que hay. Nosotros también estamos afectados y convivimos con todo el movimiento que se ha producido en la zona, donde también se han abierto otros comercios, pero son diferentes a lo que había".

Este empresario lamenta que ante una realidad como la que se ha implantado, "no se reciba ningún tipo de ayuda".

Muchas miradas apuntan a la implantación del sistema de transporte tranviario como el origen de su ruina, ya que al convertir gran parte de la vía en peatonal "dificulta el acceso a los negocios de los clientes, que prefieren trasladarse a las zonas comerciales", comenta la responsable de una tienda, quien también señala los inconvenientes de los negocios a la hora de recibir la mercancía o la afluencia de clientes por la restricción del paso de vehículos.

A las puertas de su joyería, Julio no encuentra una solución "a lo que está pasando", pues en la misma calle Nicolás Estévanez donde está radicado, "ya sólo quedamos dos negocios abiertos, salvo los chinos, que no aportan nada, ya que ellos lo asumen todo, a diferencia de los empresarios locales, que también generamos economía incluso cuando hacemos reformas".

Dos palos seguidos

Julio cree que lo que ha afectado al comercio de Santa Cruz "han sido los dos palos seguidos que nos han dado, ya que en un principio hemos padecido las obras del Plan Urban y, a continuación, llegaron las del tranvía, dos proyectos que no nos han solucionado nada, pues los laguneros, como se pensó en un primer momento, no vienen a la capital, porque, simplemente, ya no aportamos nada diferente". El propietario de la joyería Rojas estima que el volumen de negocio se ha reducido en un 80%, algo que "lleva al caos al pequeño comercio".

En una pequeña, pero veterana tienda de venta de tabaco, perteneciente a la fábrica El Guajiro, Lidia, su propietaria, se pronuncia avalada por una experiencia de más de medio siglo detrás de este mostrador, como testigo privilegiado de los cambios que ha sufrido la calle Ángel Guimerá, y también de los sinsabores que "acarrea asumir unos impuestos que no se corresponden con el rendimiento de la actividad".

Señala que el mismo fenómeno que se da en esta calle "se está produciendo en Rambla de Pulido, algo que da mucha pena".