Las vidas de Cristina González y Manuel Antonio Fumero, y las de sus dos hijas, de 3 y 16 años de edad, no dejan de estar marcas por la provisionalidad. Desde que a principios del pasado mes de febrero se vieran obligados a desalojar su vieja casa, en Las Moraditas de Taco, muy afectada por las humedades y los problemas estructurales, con un riesgo inminente de derrumbe, como han corroborado varios informes técnicos, este matrimonio ha estado acogido en el hotel Horizonte, remitido por los Servicios Sociales de la ciudad.

Este alojamiento provisional concluyó el pasado lunes, coincidiendo con el cambio en la dirección del establecimiento, que tenía esa misma fecha de caducidad. Desde ese momento, su situación se ha transformado en decepción, ya que de las promesas que se les formularon por parte de los servicios municipales, "nada se ha cumplido y lo que han logrado es separar al matrimonio".

A Cristina le han planteado como alternativa que se traslade con sus dos hijas a un centro de acogida para mujeres, mientras que Manuel cree que el Albergue Municipal "no es la mejor solución", porque considera que es un lugar plagado de conflictos y, por ello, ya lleva dos días viviendo dentro de su coche en la calle, puesto que en otros centros "me han dicho que no hay plazas".

Cristina afirma que lo único que reclaman es una vivienda digna, pues la que habitaban se ha certificado que no tiene condiciones de habitabilidad, por lo que hace algunos años emprendieron el tortuoso camino burocrático para reclamarla "y ni siquiera ahora, en un caso de emergencia, nos la conceden".

La pareja afirma que "la primera promesa que nos formuló la concejal de Vivienda no se ha cumplido", pues Cristina explica que "nos aseguró que ninguno se quedaría en la calle y ya mi marido tiene que dormir en el coche".

Ambos recuerdan que desde que se trasladaron al hotel el 31 de enero y tuvieron que abandonarlo esta semana, "la cosa lo único que ha hecho es empeorar", ya que, según Cristina, "en el centro debo cumplir una serie de normas, incluso estando con dos niñas y, encima, no puedo ni ver a mi marido, quien no se puede acercar y las niñas lo reclaman".

Este matrimonio asegura no entender "cómo no nos conceden una vivienda, puesto que estamos en la calle y, que tengamos constatado, hay muchos pisos vacíos".

Para ambos, que ya llevan una buena temporada en el paro, su situación es una permanente encrucijada, ya que para Manuel el Albergue no es una solución, porque necesita tiempo para encontrar un empleo y, para Cristina, "estar al lado de mis hijas es fundamental", ya que teme que los servicios sociales le retiren la custodia. El área municipal señaló ayer que se les han ofrecido los recursos con los que se cuenta en la actualidad, para solventar la situación de manera provisional.

Los dos dicen que la falta de medios para que la familia pueda estar unida "me hacen sentir como si estuviera presa, pues no puedo ni tener una televisión en la habitación del centro".

"Los políticos no solucionan nada, pero insisten en que no hay viviendas, cuando tenemos todas las que están libres", según han constatado con los presidentes de las comunidades, añaden.

Cristina estaba dispuesta a protagonizar una huelga de hambre para reclamar una vivienda digna, pero el temor a perder a sus hijas "me echan para atrás", mientras que Manuel se pregunta, una y otra vez, "cómo el papeleo nos deja sin casa, mientras yo me veo dentro del coche solo con una manta".