Francisco Rodríguez Díaz dejó la explotación del hostal Horizonte hace unas semanas, una actividad que ejercía como autónomo desde hacía tres años y medio y que no pudo ampliar ante la falta de acuerdo con la propiedad del recinto hotelero de la calle Santa Rosa de Lima del santacrucero barrio de El Toscal.

Sus propuestas de constituirse como sociedad limitada y la congelación de precio de la renta mensual, para poder seguir al frente del recinto, no surtieron efecto en un momento de especial dificultad económica, "por lo que he tomado la decisión de dejar la dirección ante la posible subida del alquiler, cuando en muchos negocios hoy en día se hace el esfuerzo de mantener el alquiler".

El hostal Horizonte ha desempeñado una función social muy importante, puesto que ha formado parte de los establecimientos que han colaborado con los Servicios Sociales de la capital en la acogida de personas en especiales dificultades, prestando su acogida para casos de emergencia como los afectados por las lluvias torrenciales de febrero del año pasado o aquellos en los que el IMAS no podía facilitar una plaza en los centros públicos. Por ello, Rodríguez Díaz explica que a pesar de la crisis económica, "los aspectos relacionados con la gestión no han funcionado mal, pero, sobre todo, de los casos más complicados, se ha aprendido mucho".

Ha contado con una plantilla de ocho personas, de las cuales dos ya trabajaban con los propietarios del hostal, y es previsible que sigan en sus puestos.

Destaca de su experiencia "todo lo que he aprendido, a pesar de las malos momentos, algo que me valdrá para enfrentarme a otras cuestiones y con otras miras. Antes, cualquier incidente me hacía perder el sueño, pero aspectos como contar con un buen seguro y un buen abogado te ayudan a hacer las cosas bien".

La faceta que ha desempeñado el hostal a la hora de asumir usuarios de los Servicios Sociales "me ha valido para conocer las verdaderas necesidades, pero también a quienes se aprovechan de esta realidad, ya que la verdadera dificultad de la labor que desempeña un trabajador social es determinar realmente quién necesita la ayuda y acertar". Así, señala que se llega a "tener cierta psicología para conocer a las personas" y explica que incluso una que colaboró con él, al llegar al establecimiento, "tenía la intención de estudiar para trabajadora social, pero lo dejó, viendo la realidad que vivíamos en el hostal".

Francisco Rodríguez Díaz también comenta la dificultad con la que se encuentran las administraciones para hacer frente al pago de sus deudas, aunque remarcó su "admiración por la forma de trabajar de los responsables del IMAS, ya que no tienen límites de horario y una gran implicación para los casos de las personas en dificultades, algo que me ha cambiado la idea que tenía como ciudadano del funcionariado y de la política".

Reconoce que si no hubiera tenido el inconveniente de no contar con el visto bueno de los propietarios del hostal de ajustar el precio de la renta, "hubiera seguido al frente de la actividad, puesto que de los errores y las experiencias se aprende y ya sé afrontar el día a día de otra manera". Además, afirma que en su caso "se ha impuesto el aspecto de la solidaridad antes que el negocio, porque realmente hay gente que se merece la ayuda aunque sea limitada, y en estos momentos es cuando te planteas que no puedes dejar que una persona se vea en la calle". En este sentido, explica que "ha habido casos en que he puesto dinero de mi bolsillo para ayudar a alguien, por solidaridad, de lo que no me arrepiento".