Después de 37 años de servicio en la Policía Local de Santa Cruz, Raúl Morales Sabina vivió uno de los días más felices de su profesión en la reciente celebración del día de la Patrona del Cuerpo, ya que junto a la placa que recibió por su jubilación, fue condecorado a petición de los vecinos a los que les había dedicado las últimas décadas de profesión, por los servicios prestados. Fueron los habitantes del barrio de El Suculum y los del pueblo de San Andrés, a través de la asociación de vecinos Los Pedacillos, los que reclamaron al Ayuntamiento de Santa Cruz una distinción por su trayectoria y entrega.

Con toda una etapa en su vida por estrenar, este singular agente, querido por todos sus vecinos, sabe el valor del carácter abierto de las gentes de esta zona de la costa de la capital, a las que tanto tiempo dedicó y sirvió. Confiesa con orgullo el trato recibido, "algo que me ha llegado muy adentro, pues después de tanto tiempo me he convertido en uno más del pueblo".

Tras más de una década recorriendo las calles de San Andrés y los núcleos del entorno, Raúl Morales también ha alternado sus servicios en la playa de Las Teresitas, "para regresar de nuevo a mi pueblo, una experiencia en la que he ganado muchos amigos".

Cree a pies juntillas "en la lección que se repetía entre los compañeros más veteranos: paso corto y vista larga, una tesitura que me marcó durante toda mi carrera profesional".

Reconoce que el servicio en un pueblo como San Andrés se tiene que caracterizar "por convertirte en uno más de ellos, esencial para recabar información, porque si decides ir al margen no recibes colaboración, máxime cuando haces un servicio en solitario". Por ello, Raúl Morales comenta que la esencia de su labor se sustentó en "centrarme e identificarme con la gente, saludar a cada vecino y dar una vuelta diaria, con la misión de estar en todos los sitios y a diferentes horas, haciéndolo con toda calma para que la gente te observara y supiera que estaba ahí para atender cualquier necesidad".

El verdadero quebradero de cabeza durante sus años de policía estaba localizado en el mirador de Los Órganos, donde los robos eran más frecuentes de lo deseado. De ahí, su presencia en El Suculum, "para estar más cerca de frenar las acciones de aquellos que se dedicaban a robar a las personas, algo que ocurría a diario".

Jubilado porque así lo establece el reglamento, señala que la profesión de policía "se siente aún muy viva, porque lo llevas muy dentro y te corre por las venas, porque te influye en la forma de ser y es algo que te marca".

Aunque su lugar de residencia es en el vecino municipio de La Laguna, "algo está rondando por ahí, porque tengo bastante interés por establecerme en la zona y convertirme en uno más del pueblo", pues sigue acudiendo a estos barrios con frecuencia para saludar a sus amigos de tantos años, porque "siento que me aprecian y, aunque esté mal decirlo, creo que me lo he ganado, algo que es recíproco".

Raúl Morales ha preferido siempre romper todas las barreras y aplicarse en detalles cotidianos para favorecer la proximidad a los vecinos, pues cree que su profesión requiere de grandes dosis de psicología, "pero también de una gran voluntad para estar abierto a tantas cosas nuevas y ante los malos momentos, aunque la parte buena es la que me llevo".

En todos estos años de servicio aún guarda un sentimiento difícil de olvidar, que fue "la impotencia que sentí al no poder estar en San Andrés el día de la riada, ya que estaba fuera de la Isla y me quedó mucha pena no poder estar ahí en un momento tan fuerte para colaborar con mi gente".

Ahora es consciente de que su vida ha entrado en una nueva etapa, que estará marcada por la tranquilidad, "y es que hay que saber que ha llegado tu momento, como a otros. Mi gran alegría es que estoy aquí, porque desafortunadamente hay compañeros que entraron conmigo que ya no están".

José Ángel Rojas es el presidente de la asociación de vecinos Los Pedacillos, promotora del reconocimiento a Raúl Morales, quien explicó que este tipo de iniciativas se llevan a cabo "dependiendo de las personas y de su labor, porque estaba ahí constantemente preocupado por la vida en el barrio". Tras esta jubilación, en el barrio se teme que por la crisis y las reestructuraciones "la figura del policía de barrio desaparezca, aunque los escritos nos garantizan el servicio, pero de eso hace seis meses. Somos conscientes de que la Administración padece de amnesia, y cada cierto tiempo lo recordamos". El presidente de Los Pedacillos insistió en que "un policía en el barrio hace mucha falta, porque no todo se resuelve con un coche de patrulla o con un número de teléfono, porque Raúl resolvía aquellas pequeñas cosas para que no llegaran a más". El propio Morales explicó que cuando se presentaba cualquier problema, se acercaba a la gente "de tú a tú, sin ir en plan represivo, algo que se traducía en un acierto y evitaba muchos problemas".

Cree que en Anaga hace falta mucha presencia policial, "y hay muchos compañeros capaces de hacerlo, incluso mejor que yo", aunque José Ángel dice que "por ello nuestra insistencia, porque no se puede perder esta figura tras la trayectoria de Raúl, cuya forma de actuar nos daba sensación de seguridad".

Después de años de patrulla, ahora "el control será sobre mí mismo, y me voy a dedicar a caminar, a darme mis vueltas por el pueblo; a nadar o a comer esos pescados tan buenos que se cocinan por aquí y a hacer lo que hacen las personas de mi edad, y con pasos más cortos, porque la edad así lo manda, pero siempre con la mirada larga".