Dicen los asiduos al Pleno del Ayuntamiento de Santa Cruz que hacía mucho tiempo que una sesión no congregaba a tantas personas. Vecinos de varios barrios de Santa Cruz, con amplia presencia de asociaciones vecinales del Suroeste, llenaban la bancada del público y esperaban impacientes a que llegara el punto octavo del orden del día. "Expediente relativo a Convenio de Colaboración con el Excelentísimo Cabildo Insular de Tenerife para la financiación del transporte urbano de viajeros".

Dámaso Arteaga, concejal de Obras y Servicios, empezó explicando que "Santa Cruz se gasta 12 millones de euros" en las líneas de guaguas, pero que la "pérdida anual de viajeros era de 400.000 personas", además de los 800.000 menos que supuso la puesta en marcha del tranvía.

Argumentó que la ley de estabilidad presupuestaria, el aumento del coste del combustible y la disminución de los viajeros les obligaban a hacer una reestructuración.

"Santa Cruz no puede pagar esta tarifa", aseguró, para detallar que había que pasar de 12 millones "a 9 millones de euros".

Arteaga aseguró que tenían un "compromiso" para garantizar los transbordos gratuitos de los pasajeros guagua a guagua y al tranvía, así como para mantener los 1.600 puestos de trabajo de las líneas de Titsa afectadas.

"De 30 líneas, 20 no se van a modificar; seis tienen modificaciones parciales, y cinco se absorben", resumió el concejal, que añadió que la línea 237 se limita.

A pesar de todo esto, matizó que habría una Comisión de Seguimiento del convenio, que se encargaría de que todo esto fuera "un proceso abierto con reuniones con los diferentes distritos".

El problema, sin embargo, era que todas estas buenas intenciones no estaban recogidas en el expediente que se iba a aprobar ayer, por lo que todos y cada uno de los portavoces de los distintos grupos de la oposición pidieron que se pospusiera la aprobación, se modificara el documento y se volviera a traer al Pleno.

Arteaga trató de escudarse en que era "un compromiso" y en que la Comisión de Seguimiento del convenio podría echar para atrás el recorte de la 237 antes de que comenzara a aplicarse. Una afirmación poco realista, teniendo en cuenta que los recortes comienzan el próximo sábado y la semana cuenta con dos días festivos, martes y jueves.

Helicóptero para Tíncer

"No nos gusta ni el fondo ni la forma", apuntó Guillermo Guigou, de Ciudadanos de Santa Cruz. Criticó que después de "cuatro años sin pagar lo que debíamos a Titsa", ahora se intentara hacer una modificación apresurada, sin contar con los vecinos, "a los que no creo que les vayan a poner un helicóptero".

"¿Por qué se llama ahorro y reordenación lo que es un recorte?", preguntó José Manuel Corrales, de Por Tenerife. Rechazó el argumento que señala que "la movilidad laboral ha descendido" porque consideró que penalizaba a las personas que estaban en paro. "Dígale usted a un parado de Ofra que ahora va a tardar una hora en llegar al centro de Santa Cruz". Corrales hizo hincapié en que el ayuntamiento había vendido la ciudad al Cabildo porque "de los 1.700.000 kilómetros que se recortan, 900.000 kilómetros son en Santa Cruz. El 60% del total". "No han sabido defender los intereses de la ciudad o les han metido un gol", apostilló.

Pedro Fernández Arcila, de Sí se Puede, coincidió en la "sumisión absoluta al Cabildo" de los responsables municipales, sin pensar en "el daño que ocasionan a los barrios y a sectores desfavorecidos". Cerró su intervención comparando el discurso de los recortes de Titsa con el de los recortes estatales. En ambos casos, dijo Arcila, se habla de ser más eficientes para enmascarar una reducción, por lo que él consideró que ambos gobiernos empleaban "las mismas dosis de cinismo".

Zaida González, del PP, pidió que se diseñara un sistema de transporte que sea útil para toda la ciudad y aclaró que se están empleando para justificar los recortes los datos de viajeros de 2008, que eran los últimos de los que se disponía.

Con cada intervención y frase de la oposición, los ánimos del público se calentaban más. Aplaudían, jaleaban las intervenciones de los distintos grupos políticos y la presión en el ambiente iba en aumento. "Blanco y en botella no puede ser vino blanco de La Orotava", decía Guigou. "Vamos a montarnos todos en la 237 a las 7:00 y vamos a intentar llegar a las 8:00 al centro de Santa Cruz", proponía González. "Es un atraco, aunque ustedes lo llaman ahorro", manifestaba Corrales.

Arteaga trató de convencerlos apelando a la responsabilidad ("no podemos gastar más de lo que tenemos") y al compromiso de que el transbordo sería "gra-tu-i-to".

Finalmente, Hilario Rodríguez, concejal del distrito Suroeste, pidió la palabra para decir que él no iba a traicionar "a vecinos a los que veo todos los días" y anunció que "si ese compromiso de transbordos gratuitos no se puede materializar, no podré votar". Así, avisó de que se ausentaría del Pleno o se abstendría en la votación.

El grupo de Gobierno vio peligrar el acuerdo y decidió hacer un receso de cinco minutos que se extendió a cerca de una hora, aunque la oposición pedía que se suspendiera ese punto del pleno e incluso el propio pleno.

Al regreso, Hilario Rodríguez estaba cariacontecido y con el rostro enrojecido.

El concejal de Obras y Servicios volvió a tomar la palabra para explicar que al expediente del convenio de colaboración con el Cabildo se había añadido un acuerdo plenario de dos puntos. "1) Incluir como anexo al convenio el carácter gratuito de los transbordos; 2) Suspender la modificación de la línea 237 de Tíncer mientras una comisión estudia la reordenación de las líneas y proponga una solución que resuelva los problemas detectados en el marco del convenio y a la mayor brevedad".

Todos los grupos de la oposición votaron en contra porque consideraron que deberían modificar el convenio antes de aprobarlo. Sin embargo, la mayoría del grupo de Gobierno se impuso, sin ningún voto en contra ni ninguna ausencia. La oposición calificó ese añadido de "brindis al sol" porque no va a evitar que se recorten las líneas de guaguas el 5 de mayo.

Los vecinos se levantaron y comenzaron a gritar a los concejales. "¡Qué vergüenza!", decían. La Policía Local, sin utilizar en ningún momento la fuerza, los desalojaba de la sala.

Aunque muchos de estos vecinos eran del Suroeste, también los había de La Salud. Algunos, como Carmen Díaz, con una discapacidad del 87%, dijo, sin alterarse: "Gracias, Hilario". Salió despacio, apoyándose en la muleta. Fuera explicó que a partir del 5 de mayo tendría que coger tres guaguas para ir al ambulatorio de Tomé Cano y que ya no podría disfrutar del bono gratuito para discapacitados del Cabildo. Dentro, ya habían pasado al punto siguiente.