Antonio Afonso, de 38 años, lleva un mes y medio casi sin dormir o descansar como cree que merece y necesita. Tras un trágico suceso (el brutal asesinato de su madre en diciembre de 2010, pendiente aún de que salga la sentencia), este residente santacrucero decidió hace un mes y medio trasladarse a la casa de su progenitora en la calle Laderitas del Pilar, en El Chorrillo. Desde entonces, y aunque ya sabía de los problemas que acarreaba la ubicación anexa de una empresa de transportes, ha comprobado y sufrido como jamás pudo prever las molestias que le suponen los camiones que comienzan a trabajar desde las 3.30 horas de la madrugada y que, en un goteo continuo, acaban las faenas a las 23:00 horas del día siguiente.

Afonso no solo se queja de su imposibilidad de disfrutar de su derecho al descanso, sino que denuncia (lo ha hecho ante la Policía Local) los desperfectos que le han causado los vehículos (todos de grandes dimensiones) al intentar girar y tocar su casa. De hecho, la segunda planta presenta ahora un visible agujero y un muro exterior se halla totalmente debilitado en su base por los continuos choques de los camiones. "Hace poco -relata-, pude incluso morir de cómo tembló la casa".

De todos modos, y siendo graves estos riesgos para la estructura del inmueble, lo que más le molesta es el ruido constante, los acelerones, las voces de los trabajadores y la actitud de los responsables de la compañía. Según recalca, no ha tenido ningún problema con los empleados y es consciente de la importancia de los trabajos, pero no le gusta la "indiferencia" de los responsables de la compañía, "lo que contrasta con otras empresas que estaban instaladas aquí antes". La Policía le ha recomendado la instalación de un sonómetro.

EL DÍA contactó con la empresa, pero esta de momento, declina pronunciarse.