En infinidad de periódicos locales de múltiples países, las informaciones sobre socavones en vías resulta algo más que habitual. Lo cotidiano, en este caso, no resta relevancia, debido a los riesgos de accidente y a las molestias a conductores y pasajeros, sin olvidar, por supuesto, los perjuicios a los vehículos. Sin embargo, y Santa Cruz es un gran ejemplo, lo triste es que, más allá de ciertas mejoras y no pocos reparcheos poco tolerables, parece inevitable que siempre exista un listado de casos sempiternos o nuevas incorporaciones ante una desidia demasiado reiterada de las autoridades competentes.

La concejal de Seguridad Ciudadana de la capital tinerfeña, Carmen Delia González, asegura a El Día que, en las últimas semanas, no le constan nuevas quejas por socavones o por el estado general de las vías capitalinas, ni tampoco ha recibido informes de los agentes municipales en ese sentido por el empeoramiento o el surgimiento de nuevos casos. Además, subraya que el edil de Obras y Servicios, Dámaso Arteaga, tiene previsto un plan de asfaltado que se desarrollará a medio plazo.

Sin embargo, esta perspectiva municipal contrasta con un simple paso por demasiadas calles locales y vías insulares que requieren más que un repaso. Algunas, como la que va desde la Recova hasta el túnel o la parte superior de la avenida Tres de Mayo, denominada José Hernández Afonso, llevan mucho tiempo con múltiples baches que, pese a las denuncias repetidas de entidades como la Plataforma Motera para la Seguridad Vial, continúan igual. Una simple visita a borde de un vehículo sin mucha amortiguación lo atestigua.

Algo similar ocurre en la autovía de San Andrés, sobre todo en las partes más cercanas a las aceras; en la avenida de este pueblo (tal y como refleja una de las imágenes, si bien se está a la espera de la reforma definitiva) y en zonas como la situada enfrente del Club Náutico o Paso Alto.

También en Vuelta de los Pájaros, bajando por Vistabella, en vías de Anaga como la de Chamorga (según se queja la AAVV Islanaga) o en algunos de los enlaces con la autopista del Sur.

Una de las quejas más repetidas se da por lo que ocurre junto a los raíles del tranvía. Los adoquines colocados suelen quedar sueltos y se han convertido en verdaderos peligros, sobre todo para los motociclistas. La edil de Seguridad lo sabe y lo achaca a la tierra en la que se han encajado y su insuficiente arraigo o sujeción. Hasta ahora, algunos tramos se han reparcheado con piche, lo que chirría bastante desde el punto de vista estético y también ha desatado críticas de plataformas como el Foro Contra la Incineración.

Lo peor de esta cantinela repetida es que, mientras se espera por intervenciones mejores o peores de las administraciones, los conductores y sus vehículos siguen temiéndose recurrir a ese latiguillo ahora tan en boga por la crisis: "Agárrense, que vienen baches".