El Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife y la Real Sociedad Económica de Amigos del País trabajarán de manera conjunta en la difusión de actividades que refuercen la defensa del patrimonio histórico artístico del municipio. El acuerdo alcanzado por ambas entidades fue suscrito esta mañana por el alcalde de la ciudad, José Manuel Bermúdez, y el director de la citada institución, Jorge Enrique Domínguez, en presencia del cronista oficial de Santa Cruz, Luis Cola.
Según se recoge en el convenio, el Ayuntamiento integrará en su programación formativa y de difusión, actividades relacionadas con la defensa del patrimonio histórico artístico y la cultura en sus aspectos científico y formativo. Por su parte, la Económica de Amigos del País diseñará actividades que cumplan con este objetivo, aportando para ello la infraestructura necesaria e informando de los fondos que posee.
Bermúdez valoró el esfuerzo que ha volcado esta sociedad, durante sus más de dos siglos de historia, “por impulsar numerosas acciones en pro del bienestar y el progreso de los ciudadanos de Santa Cruz, de la Isla y de todo el Archipiélago”. Asimismo, destacó la relevancia que implica este acuerdo, “a través del cual nos comprometemos a diseñar actividades que realcen la historia, cultura e idiosincrasia de nuestra tierra”.
Asimismo, el alcalde subrayó que “este convenio nace con vocación de permanencia, ya que carece de duración definida, y pretende poner en marcha determinadas acciones orientadas al progreso económico y social de los ciudadanos”. En ese sentido, Luis Cola consideró de vital importancia la necesidad de llevar a cabo “acciones concretas que devuelvan el esplendor a infraestructuras cargadas de historia y cultura, como la antigua Escuela de Comercio, el Palacio de Carta, el Cuartel de San Carlos o el propio cementerio de San Rafael y San Roque, donde ya se ha proyectado una restauración de tumbas y de la capilla protestante”.
La Real Sociedad Económica de Amigos del País de Tenerife fue establecida en La Laguna el 15 de febrero de 1777, fruto del momento en que la ilustración y todo lo que ella representaba había introducido aires renovadores en la Monarquía hispana. Personalidades destacadas de la aristocracia, el clero, el funcionariado y la burguesía, unidas por el deseo común de progreso en todos los ámbitos de la vida pública, unieron sus esfuerzos para encontrar soluciones a la postración en la que se encontraba la sociedad española.