Son 64.310 metros cuadrados ideados para pasear, practicar deporte, jugar y, en muchos casos, para llevar a sus perros. Los que lo tienen francamente difícil son las personas con discapacidad física. La lista de "defectos" parece interminable: las rampas incumplen la normativa vigente; los senderos han perdido, por lluvia y abandono, la textura necesaria para el paso de las sillas de ruedas; las escaleras carecen de pasamanos, no cumplen con la normativa de señalización y, en función de perspectiva, parecen rampas por su diseño y deterioro... Y así, "hasta el infinito y más allá".

En un recorrido fugaz, el visitante percibe el abandono que sufre el parque La Granja de Santa Cruz: Lámparas rotas, escasez de papeleras y oxidadas la mayoría de las pocas que hay, pintadas en muros y/o en cualquier dotación pública, bancos sin brazos, rotos o desaparecidos, simplemente...

Para acceder al baño, un discapacitado motriz se encuentra con cuatro escalones. Por tanto, lo tiene imposible. "¿Qué hace una persona así? ¿Se va detrás de una palmera". Es la reflexión de Ana Mengíbar que, desde el colectivo Queremos Movernos, llama la atención sobre este lugar en el que los senderos aparecen dañados por la lluvia, invadidos por vegetación "y sin perspectiva de arreglo alguno".

En La Granja hay un parque infantil que cuenta "con el único columpio adaptado del municipio", pero está situado en una cima "con rampas inaccesibles. O sea, que los niños discapacitados no pueden utilizarlo". Mengíbar no se recata a la hora de plantear alternativas: "Le pregunto al ayuntamiento y al concejal Dámaso Arteaga si no se puede trasladar ese columpio a un parque accesible. Tal vez así, los niños discapacitados podrán tener menos desconsuelo". Y va un poco más allá. Preguntados los padres, aseguran que "es un columpio tan bueno como los demás". La conclusión es obvia: "Sirve para niños discapacitados y para los que no lo están. Por tanto, tengan vergüenza, cumplan la ley y compren columpios para todos los niños".

Además de sucio y roto, el parque La Granja se presenta actualmente como un recinto en el que los perros campan a sus anchas, a pesar de las señales que impiden su presencia sueltos.

Cierto que este recinto puede ser utilizado para hacer deporte y para pasear, "pero las cosas podrían estar mucho mejor. Después de aquél tiempo de vandalismo y de temor, La Granja recuperó su lugar en la sociedad pero hoy está claro que es un atentado al derecho al ocio de los chicharreros con discapacidad. Desde Queremos Movernos pedimos que este espacio sea rebautizado como parque de la barrera. Así seremos conscientes de a dónde no podemos ni debemos ir".

Sucio, roto y abandonado definen hoy el parque La Granja.