El 21 de diciembre de 2001 el pleno municipal de Santa Cruz de Tenerife aprobaba el Plan Municipal de Emergencias (PEMU), un documento pionero que convertía a la capital tinerfeña en la primera ciudad de Canarias que afrontaba la evaluación de riesgos e iniciaba la creación de una red de recursos públicos para la gestión de las emergencias y desastres. No había comenzado a andar cuando 41 días después se enfrentó a su primer gran examen, unas lluvias torrenciales que descargaron sobre el área metropolitana de Tenerife índices de precipitaciones que alcanzaron los 236 litros por metro cuadrado en poco más de dos horas.

Sus efectos se enmarcaron en lo que se conoce como la riada del 31 de marzo de 2002. Ocho personas perdieron la vida, decenas de heridos, 200 familias sufrieron la destrucción de sus viviendas y las pérdidas sobrepasaron los 90 millones de euros. Sin embargo, y a pesar del desastre Santa Cruz y sus habitantes salieron fortalecidos de aquella tragedia.

Desde entonces se han producido otro tipo de situaciones y adversidades que también se han cebado con la capital tinerfeña, pero en estos poco más de 12 años, la ciudad ha ido tejiendo una red de servicios propios para emergencias; importantísimas mejoras en las infraestructuras, especialmente en todo lo referido a canalizaciones de barrancos y red de pluviales con una inversión económica superior a los 55 millones de euros; y uno de los aspectos más importantes se ha generado una nueva conciencia y percepción del riesgo entre la ciudadanía, principalmente centrada en los efectos de los Fenómenos Meteorológicos Adversos.

Hoy, a esa capacidad de resistencia ante el desastre, a esa demostrada voluntad de recuperación de la que una ciudad como Santa Cruz de Tenerife incluso ha salido fortalecida, se le llama a nivel mundial resiliencia. Ese es el término acuñado por la Estrategia Internacional para la Reducción de Desastres de las Naciones Unidas (UNISDR) que se enmarca en la aprobación del denominado Marco de Acción de Hyogo, Japón para el período 2005-2015.

"El hecho de que la capital tinerfeña sea declarada como la primera ciudad resiliente de Canarias por la UNISDR, únicamente viene a constatar algo que los santacruceros sabemos muy bien, que ante las adversidades siempre nos hemos vuelto a levantar, que hemos aprendido como sociedad a estar mejor preparados y que, aunque el riesgo siempre existirá, tenemos una mayor cultura de autoprotección, una experiencia constatada y herramientas adecuadas para afrontar un desastre", sintetizó el alcalde del municipio, José Manuel Bermúdez.

Además, en los últimos meses, la capital tinerfeña ha seguido innovando con la introducción de un nuevo ingrediente en la ecuación de la resiliencia, que plantea como elemento fundamental dar cabida a la participación ciudadana en el proceso de evaluación y planificación de riesgos.