Se llama Soledad y vive sin agua ni luz desde diciembre en una pequeña casa del barrio de Valleseco, construida hace 25 años. Basta con echar un vistazo para comprobar las múltiples deficiencias y carencias de todo tipo que presenta la vivienda. La protagonista de esta historia tiene cuatro hijos, de 25, 18, 13 y 5 años, a la menor de las cuales se la llevó su hermana.

"No percibo ayuda económica alguna", apunta esta madre que desde el último mes de 2013 comenzó los trámites para resolver el problema del agua, servicio municipal al que debe aproximadamente unos 700 euros.

Soledad no puede tener luz eléctrica porque como condición inexcusable hay que reponer y prácticamente llevar a cabo una nueva instalación, "cuyo coste, asegura, es excesivo para mí".

La vivienda en la que reside esta vecina del Distrito de Anaga le fue entregada en su día por el Obispado, pero sin papeles que acrediten esa cesión.

Cuando llueve, y este pasado fue un invierno duro en ese sentido, "entra agua en algunas partes de la vivienda, donde hay muchas humedades". Este aspecto es muy fácil de corroborar para cualquiera que visite la casa.

"Yo lo que pido es que me den un trabajo y facilidades para reponer el agua y la luz", asegura esta tinerfeña que solo sobrevive gracias a la ayuda de sus vecinos, que le aportan el agua, así como de Cruz Roja, el cura del barrio y el Ejército de Salvación.

Para todos ellos, colectivos y personas, solo tiene palabras de agradecimiento. Aunque se esfuerza por seguir luchando, únicamente estas pequeñas contribuciones mitigan "la triste soledad de Soledad".

Pequeño incendio. Ya se sabe cuánto de verdad hay en el viejo dicho de "a perro flaco...". No era ya bastante la situación casi desesperada de esta vecina de Valleseco sino que, además, se complicó recientemente con un incendio que acabó con parte de la vivienda y algunas pertenencias.