Santa Cruz ha iniciado el proceso para "cambiar de cara" dos de sus recintos de ocio más emblemáticos, los quioscos de las plazas de Weyler y el Príncipe de Asturias. Además, se dotará de una nueva cafetería a la zona de expansión, Cabo-Llanos, en concreto a la plaza ubicada junto a El Corte Inglés. Serán espacios para la charla y el reposo, "rincones del barraquito" que EL DÍA recorrió antes de su inminente transformación.

Miguel es un chicharrero veterano que transita hace muchos años la emblemática y céntrica plaza de Weyler, donde empezó la ruta. Lo tiene claro: "Aquí hacían los mejores barraquitos de Santa Cruz y de la isla". Lo asegura señalando con nostalgia al rincón donde el actual quiosco se mantiene por unos días antes de su demolición y reconstrucción posterior. Miguel duda de que el "sabor" sea el mismo.

Un poco más abajo, tras caminar la calle Castillo y ya en la plaza del Príncipe, Tomás saca su vena más bucólica delante de la estatua que recuerda al maestro de la "Fufa", Enrique González.

"Aquí hemos pasado muchas tardes, sentados en un banco o bailando las noches de Carnaval. Y el quiosco ha sido testigo de buenos y malos momentos", apunta un toscalero que no espera grandes cambios del nuevo diseño. "Antes era de chapa metálica, con un gran anuncio de una bebida de cola. Hace unos 15 ó 20 años lo cambiaron con una pasarela de madera y la tipología que imita a una pagoda oriental". Tomás valora: "Aquí el sabor lo da el entorno, este paisaje único que da tranquilidad". Es el que menos mejoras necesita.

La terraza de El Corte Inglés -que ya nadie quiso cuando se licitó en septiembre de 2012-, por contra, hay que construirla al completo. Después de caminar por Valentín Sanz y el puente Serrador, llegar a La Recova y superar los límites de "la ciudad de siempre" aparece en el horizonte el moderno "sky line". Raúl es un "skate" y Cabo-Llanos su circuito. No se opone a la cafetería, pero no es prioritaria. Echa de menos "un espacio donde practicar mi afición" y rechaza la alternativa de la explanada sobre el túnel de la Vía Litoral.

Viejos y jóvenes coinciden en algo: reivindicar sus particulares "rincones del barraquito".