"¿Ahora viene por aquí? Yo no lo he visto nunca ¿O es que aparece de incógnito? Tenemos que ir al ayuntamiento a que nos oiga y si no se lo digo reviento". Una vecina le soltó este alegato al alcalde de Santa Cruz nada más iniciar la visita que realizó esta semana a la Cuesta Piedra. Así, de entrada y sin anestesia. Eso sí, luego continuó con él recorriendo el barrio como si tal cosa. Fue el único "toque" de atención. De resto, un José Manuel Bermúdez distendido, cercano y atento recibió durante la ruta calor y apoyo.

"Arriba Cuesta Piedra", gritaba megáfono en mano la popular Mamá Loly -está "como una puncha"-, mientras el alcalde y la concejala de Viviendas, Ángela Mena -se nota que ya había estado antes por allí- firmaban un documento para garantizar la participación vecinal en el inminente proceso de urbanización del entorno, el último paso para "niquelar" una zona del Distrito Salud-La Salle (a Alicia Álvarez, la edil presidenta, casi nadie pareció reconocerla) que desde 1996 "lucha para reivindicarse con dignidad". Los 64 dúplex del antiguo Vitabana fueron el punto de partida de la ruta. Allí se firmó el acuerdo, una idea que, como recordó el portavoz Celso Blanco, "parte del proceso participativo de la reposición".

Entre constantes referencias a las buenas personas que viven en Cuesta Piedra, Víctor, un vecino, se mandó su golpe: "Bueno, también hay garbanzos negros". Carcajadas porque Víctor es negro.

De las 64 viviendas, la ruta de la comitiva siguió por el solar en el que se ubicará un equipamiento deportivo aún por definir. Un solitario ejemplar de araucaria preside esta gran superficie de picón (más de uno todavía se está quitando piedras del zapato).

En el local de la murga Los Desbocados, la sorpresa fue comprobar cómo es posible el ensayo de tantas personas en un escenario liliputiense y destacó la "desbocada" exposición de su portavoz que, entre otras cosas, pidió mejores canchas de fútbol sala y bochas.

La parte final de la visita, con la incorporación del cura de la parroquia de San Juan Evangelista, Francisco Javier de la Rosa, tuvo como escenario las 72 viviendas situadas en la parcela del antiguo colegio, las primeras que se repusieron, y las últimas 108 entregadas. La promesa es la escritura de todas juntas antes de final de año para crear una "comunidad de comunidades" que mantenga vivo el espíritu de las derribadas casas terreras. Una nueva Cuesta Piedra con el sabor de siempre.