"No aguanto más, ya estoy harta de promesas y de que no hagan nada. Llevamos ocho años viviendo entre excrementos de palomas y superé hace tiempo el límite de la paciencia. Mi madre tiene 81 años y está enferma por respirar un aire contaminado. Su cama está al pie de la calle y cada vez se encuentra peor porque esto es insalubre. No podemos ni salir al patio". Lo asegura a gritos e indignada -más aún al confundir al grupo con alguien del ayuntamiento- Mónica, vecina del bloque 15, portal número 5, del Pasaje Tamadaba en el barrio de Somosierra. Sus vecinos María Isabel, Santiago, Guadalupe o Iris corroboran que este martirio lo padecen "hace ya cinco años, desde 2008".

Todo comenzó porque "un día apareció un panal de abejas sobre la fachada. Los técnicos del ayuntamiento lo retiraron, pero luego no tapiaron los dos arcos y fue peor el remedio que la enfermedad". Las palomas han establecido "su feudo" allí, tanto en los huecos como en el cableado y, según los vecinos, "campan a sus anchas y la situación es insostenible".

Ya en mayo del año pasado se presentó un escrito ante la Gerencia de Urbanismo y también se ha llevado al tagoror del Distrito-Ofra Costa Sur, "sin resultado positivo, pese a la promesa del concejal Dámaso Arteaga", señalan las fuentes durante la visita de El Día a la zona. También la edil de Sanidad, Yuri Mas, ha contactado con ellos para buscar una solución, pero "el problema va a más".

Solicitan "el tapiado de los dos arcos, algo que no es tan complicado". Las próximas acciones que se plantean son una recogida de firmas en el barrio y Mónica apunta: "Me paso diez horas trabajando en un centro sanitario y sé lo que son las infecciones. Muchas de estas palomas están enfermas. Hay que ir al pleno del ayuntamiento y hacernos oír. Si no, no van a hacer nada".

No muy lejos, junto a la antigua cancha de patinaje -en ruinas y abandonada- hay un problema similar con una persona que "tiene su casa llena de palomas. Son cientos porque las alimenta bien". "La solución fue poner una jaula, valoran, que apenas cogía una o dos por semana y que ha desaparecido".

"Es un problema de salud porque aquí viven niños y muchos mayores. Ya está bien", concluyen.