Los problemas de las urgencias en Añaza tienen rostro humano, aunque en este caso el afectado no quiere que salga su foto "por temor a represalias". Tomás Martín es un vecino del barrio con el 85% de minusvalía (nivel 1, grado 2 de dependencia), que ha sufrido un ictus y tiene problemas crónicos en los huesos de la columna. El pasado sábado, explica, "no podía ni caminar de los dolores, ni los parches que llevo me hacían efecto ya. Me inyecto morfina y cuando vi el centro de salud cerrado me dieron ganas de romper la cristalera. No lo hice por mi mujer y a algún vecino que pasaba por allí, como mi amigo Ramón, que me ayuda. Ellos me pararon". Martín continúa: "Llamé al 091, donde me remitieron a una denuncia a la Consejería de Sanidad, y luego al centro de Ofra. Me dijeron que tenía que ir y que me pondrían un nolotil, un calmante que no me hace nada". Al final, optó por "comprar las inyecciones en la farmacia del barrio y ponérmelas yo mismo en mi casa". Valora: "No entiendo cómo tenemos que ir a Ofra desde un barrio donde viven más de 10.000 personas. Un domingo o un festivo les pasa lo mismo a otros miles de Taco, Barranco Grande o El Tablero. Un taxi a Ofra me cuesta diez euros la ida y otros diez la vuelta. No tengo para eso". Tomás añade: "Si hay un viernes festivo nos quedamos sin médico hasta el lunes y hay que procurar no ponernos enfermos". "Llevamos muchos años pidiendo lo que considero es un derecho", apostilla, para agradecer, por contra, "el trato que me dan los especialistas en el Hospital Nuestra Señora de la Candelaria y en el Doctor Negrín de Las Palmas, donde me he hecho cinco escáners en tres meses. Allí el doctor José Lorenzo, de la unidad de Raqui, y su equipo me han tratado como un ser humano". "Y mi experiencia en la ciudad de Las Palmas es muy distinta a la de este municipio en cuanto a la cercanía y la apertura de los centros de salud", concluye.