Parece que fue ayer, pero han pasado 50 años. Fátima Padrón, nadadora y entrenadora de natación, asistió a la inauguración de la piscina municipal en 1964 y ahora celebra su medio siglo.

"Nuestra vida estaba aquí", recuerda. "Era lo único que teníamos los nadadores en toda la isla. Era una época donde no había mucho qué hacer, así es que salíamos del instituto o el colegio e íbamos directamente a entrenar", cuenta.

Con forma de "L" y medidas de 22x13 metros, la obra de la piscina estuvo dirigida por el arquitecto Rubens Henríquez Hernández y en sus primeros años contaba con un trampolín de tres y un metro que se quitó después y "acabó en el lazareto". "Era precioso, pero ganamos agua caliente porque se subió el piso de la piscina dos metros", explica.

La piscina ni si quiera tenía nombre propio, salvo el de municipal. No fue hasta después de 1968, tras la muerte del nadador chicharrero Acidalio, cuando tomó su nombre.

Testigo de la vida de la piscina, Fátima recuerda que otro de los cambios que experimentó fue la inclusión de un vaso de 25 metros, más pequeño, que se inauguró a principios de los 80.

En 2010 el Ayuntamiento le añadió también unas placas solares para ayudar a la caldera a calentar el agua de la piscina, fuente frecuente de quejas en invierno. Las placas se pagaron con el Plan E de Zapatero, pero tardaron en entrar en funcionamiento por problemas con la instalación eléctrica.

La última anécdota de la piscina se registró el pasado verano, cuando una plaga de algas (más conocidas como "cositas negras") obligó a cerrarla y limpiarla a fondo durante varios días.

"Su estructura exterior no ha cambiado", explica Fátima, que opina que "la piscina necesita una reforma grande", después de tanto uso continuado. Sin embargo, cualquier obra que implicara el cierre de la instalación dejaría casi huérfanos a los usuarios.

Antes de que existiera la piscina, Fátima entrenaba en el Balneario, que era "la cuna de la natación antes del 64" y hoy es una ruina. Después, la Acidalio Lorenzo se convirtió el lugar para entrenar de los nadadores profesionales y para hacer deporte de personas de todas las edades.

Sin olvidar los cursillos de natación. En julio y agosto se podían juntar 2.500 niños, una cifra que se ha ido reduciendo con los años a alrededor de 1.200, según las estimaciones de Padrón. Generación tras generación que han tragado agua y aprendido a dar sus primeras brazadas en la piscina municipal.

"La piscina es el pulmón de Santa Cruz, aunque la gente no se lo crea por lo cerca que estamos de la Refinería", opina Fátima. "Es donde podemos hacer deporte al aire libre y, si te fijas, siempre ves las mismas caras, más algunas nuevas". "Hay que vivirlo, no se puede explicar", dice, para añadir que ella estuvo algunos años alejada del agua, como profesora de Educación Física, pero que volvió a hacer lo que más le gustaba.

La afición a la natación le viene a Fátima de su padre, Juan Padrón, que por las mañanas trabajaba en un banco y por las tardes se zambullía (literalmente) y se llevaba a toda su familia con él en su pasión acuática. "Mis hermanos y yo nos hicimos y nos criamos en el agua", concluye Fátima.

No es la única que comparte esta pasión. Son muchos los usuarios que han seguido fieles a la piscina porque se ha convertido en una extensión más de su vida, que les aporta oxígeno y energías para seguir con el resto de sus obligaciones.

Víctor, fijo en el cursillo de las dos de tarde, declara: "Esto es lo más grande que hay, hombre, un lujazo que tenemos en Santa Cruz" y comienza sus 400 metros variados. Y, como muchos otros, se empapa de la felicidad que da la mezcla de sol y agua de la piscina municipal.

Cartel del campeonato de España de Natación con el que se inauguró la piscina municipal en septiembre de 1964. Importantes figuras del deporte pasaron por la instalación.

Fátima Padrón en una imagen tomada en 1988, cuando fue nominada a mejor entrenadora de Tenerife, y hoy (d), que sigue trabajando en la piscina municipal.

Personas es la capacidad del graderío fijo de la piscina municipal Acidalio Lorenzo, y son ampliables hasta 750 plazas más, según explicaba la revista "Croll", en su número 40.