Estar en el centro no tiene por qué ser sinónimo de limpieza o buen mantenimiento. El barrio de Duggi, en concreto en la parte que se extiende entre el barranco de Santos y las vías del tranvía, tiene más de un aspecto que necesita mejorar.

El barranco de Santos se ha convertido en una especie de basurero donde lanzar lo que sobra y, además, es utilizado por personas con problemas de drogodependencias para drogarse. Esto ocurre justo bajo los locales de la asociación de vecinos El Monturrio, que ha solicitado al ayuntamiento que tapie la cueva en la que se refugian y a la que acceden saltando un muro.

La plaza del colegio San Fernando también es objeto de quejas por la suciedad, en parte derivada del fruto de los laureles de indias, que ensucia el suelo, y en parte por culpa de los visitantes incívicos.

No obstante, vecinos como Leopoldo Aparicio indican que aunque se vacían las papeleras, no se limpian y quedan siempre restos de comida o refrescos que atraen a las molestas moscas, siempre presentes en la plaza.

Darío Álvarez, presidente de la asociación de vecinos El Monturrio, explicó que han confeccionado una lista de "cositas pendientes", pero que en los asuntos de limpieza también cuenta mucho el civismo. Es el caso de los dueños de perros que dejan los excrementos en los parterres, se queja Federico Pérez.

Por su parte, Carlos Castro se queja del sobreúso que hace un grupo de inmigrantes de la cancha de baloncesto de la plaza. "Los fines de semana están hasta las dos de la mañana", asegura, para añadir que no recogen todos los desperdicios que generan.

Leopoldo completa la explicación: "Antes iban a jugar a las del barranco, pero como ahora las han privatizado, vuelven a la cancha de esta plaza".