"Llevamos tres días secando la ropa y los enseres de las chabolas, pero pudo ser peor. Lo que arrastró el agua pasó justamente por ambos lados de las viviendas". Así valoraba ayer -en una mañana tórrida con más de 30 grados- el nigeriano Pol, que lleva 14 años en la isla y casi cuatro en el llamado barrio 82 de Santa Cruz, la lluvia torrencial del pasado domingo.

Algunos salieron "por patas" hacia el Albergue ante la fuerza del agua, pero la mayoría se quedó a proteger lo poco que tienen. Sin trabajo hace tiempo y con escasas posibilidades de recuperarlo, en el asentamiento hay una mayoría de africanos (de Nigeria, Sierra Leona, Guinea Conakry...) con papeles, que esperan por una PCI o algún otro tipo de ayuda y se dedican en su mayoría a la venta de chatarra.

La tormenta ha aumentado la sensación de insalubridad y abandono del recinto, unos 60 metros cuadrados de construcción desordenada. Sin contenedores de basura, sin baños, sin saneamiento, sin agua potable, sin luz y sin limpieza salvo tras la última plaga de pulgas.

También hay gente "del país" como un joven, Antonio -nombre supuesto-, que lleva año y medio aquí y no quiere fotos. Asegura: "Se inundaron varias chabolas y pasamos apuros porque perdimos ropa y electrodomésticos".