Nervios, confusión y alguna lágrima marcaron ayer una mañana distinta en la sede de Viviendas Municipales de la avenida Tres de Mayo. Cientos de personas, vecinos en su mayoría de Santa Cruz, se acercaron hasta allí para comprobar si su nombre estaba entre los 1.702 admitidos a participar en el sorteo de las 105 VPO, en dos promociones de 42 y 63, que el Instituto Canario de la Vivienda adjudicará próximamente en el barrio de La Gallega.

El Ayuntamiento capitalino es una mera "entidad colaboradora" en el proceso. Bien es verdad que a veces se colabora más, como ayer, con unos trabajadores del edificio de la Gerencia de Urbanismo que se desvivieron por ayudar a buscar en unos listados algo farragosos o para orientar a los numerosos confundidos en el trasiego de gente de la mañana.

La lista ya se había hecho pública el lunes en las oficinas municipales, incluida la centralizada y flamante de La Granja. Ahí la colaboración fue menor, al menos con este periódico.

Los testimonios recogidos ayer corresponden a admitidos que llegaron, como la mayoría, de los distritos de Ofra-Costa Sur y Suroeste. Casi todas eran mujeres, de mediana edad, en muchos casos componentes de familias monoparentales y con muchos años de media en la lista.

La otra cara del día fue la de los excluidos, 2.031 de los 3.733 inscritos en el Registro Público de Demandantes de Vivienda Protegida en la capital tinerfeña. Excluidos por distintos motivos, como, por ejemplo, no presentar toda la documentación necesaria. Tienen ahora diez días, hasta el 21, para presentar alegaciones, subsanar, aportar o completar.

Pero esos son los datos fríos. Ocultan realidades como la de Ani, quien se emociona al recordar su caso y no quiere mostrar su imagen porque "él está en Tenerife". Así lo cuenta: "Dicen que me falta no sé que papel, la cláusula 8. Pido una casa desde 1995, siempre he renovado, he sido víctima de violencia de género, tengo dos hijos, no trabajo, gano 300 euros y me han echado de mi casa. ¿Qué tengo que hacer?".

Los admitidos estaban exultantes hasta llegar al llanto. Queda mucho para completar este ya largo camino que puede acabar en sueño cumplido o pesadilla. "Esperen, estén atentos y llamen", le dice la funcionaria a esa pareja que se va contenta a una casa que no es suya. Por ahora.