Una frase fue la más repetida durante el recorrido de ayer por la rambla de Santa Cruz: "Nada de nada". Willy Rodríguez y Dorian, del Bar Di Vino, ejercieron de portavoces. Aunque hablaron en su nombre expresaron un sentimiento generalizado entre los comerciantes de la zona: "Llega la Navidad y estamos abandonados. ¿Cómo quieren que venga gente aquí si no hay adornos, ni luces, ni siquiera flores de Pascua en unos jardines pelados?. Desde la plaza de la República Dominicana a más abajo de la plaza de toros. Nada de nada".

Willy lleva siete meses en el local, aunque se trata de un clásico de la rambla, ubicado junto a la cafetería Roma, otro establecimiento de siempre. Entre indignado e incrédulo, apunta: "Siempre esperé que hubiera algo, que se activaran, pero ya es día 3 de diciembre (ayer) y me temo que nos vamos a quedar con las ganas".

"Aquí pagamos los mismos impuestos que en el centro, valora Dorian. No todo acaba en la calle Castillo o El Pilar, con máximo respeto para los comerciantes y vecinos de allí. Este es un lugar ideal para el paseo, un oasis que cualquier ciudad mimaría. Ahí está el ejemplo de Barcelona. Sin embargo, la única rambla del mundo que está muerta es la de Santa Cruz".

Willy, crítico, señala: "La luz es más bien escasa ya en cualquier época del año. De hecho, puede comprobar que el poste de alumbrado público situado justo al lado del bar no se enciende nunca".

Los habituales de la zona asienten cuando ven al reportero gráfico y se suman a la queja. Recuerdan que cualquier tiempo pasado, al menos para la rambla, sí fue mejor.

"No entendemos nada (otra vez nada). Por aquí pasan cientos de personas cada día y no hay un solo atractivo para que entren a consumir. Cuando llega el fin de semana es la desbandada. La gente se pierde", señala Dorian.

Unos metros más allá, varios operarios rodeaban la pequeña fuente de la plaza de la Paz con flores de Pascua rojas. Una "isla" en medio de la nada. Nada de nada.