El mercado de La Abejera abrió ayer sus puertas para la alegría de los vecinos del barrio, que se acercaron de forma escalonada pero constante al pequeño establecimiento.

"Ya era hora", "hacía mucha falta", eran los comentarios más comunes entre unos clientes que se acercaban al Mercado ayer con una mezcla de orgullo y felicidad.

Orgullo porque La Abejera era la joya de García Escámez y, después de más de 10 años, ha vuelto al barrio, renovada pero manteniendo sus elementos estructurales y los antiguos mostradores de mármol, que hacen de barras para degustar los productos comprados en los puestos.

Porque La Abejera, además, se abre con el concepto moderno de poder comprar en la pescadería o la carnicería para, después, pedir que lo preparen en la cafetería y tomarlo en el momento.

Ayer por la mañana este concepto no era el más popular sino el del mercadito de siempre, con las doñas examinando detenidamente la mercancía y comentando los precios.

"Tiene buenos precios, ¿verdad?", le decía una a otra. "Y en las plantas también. Me voy a comprar una, que para eso es mi barrio", contestaba la otra.

Los puestos que a primera hora tenían más afluencia de gente eran precisamente el de flores (la flor de Pascua era la estrella), la carnicería-charcutería y la cafetería.

En la barra curvada de la cafetería un grupo de mujeres hacía recuento de dónde estaban los puestos antes y quiénes eran las propietarias de los mismos.

El mercado original fue construido en 1897 y el de hoy, respetando la estructura exterior y la techumbre de madera interior, está dividido en un total de 13 puestos. Cuenta con una frutería, una charcutería, una carnicería, un bar-cafetería, una tienda de quesos y vinos, un puesto de productos congelados, una tabaquería, una tienda de exquisiteces, una pescadería, una panadería, una tienda de comida para llevar y una floristería.

Todas ellas tuvieron clientes ayer. Nadie hacía grandes compras, todos compraban algo. Que si unos plátanos, que si un dulce, que si una planta, un filete...

Así, entre la nostalgia del antiguo mercado y la alegría de la apertura del nuevo, parece que a García Escámez le ha llegado la Navidad de forma anticipada. En forma del espléndido regalo que La Abejera representa para sus vecinos.

María Isabel González

vecina

"Voy a comprar para hacer un ranchito"

"Hacía falta". Con estas palabras resumía ayer María Isabel su alegría por la apertura del mercado, para añadir que iba a comprar todo lo necesario "para hacer un ranchito". Además, confesaba que había "venido a recordar".

Gladys Amador

vecina

"Hacía mucha falta por los mayores"

Gladys acompañaba ayer a dos señoras de edad en su paseo por el mercado. "Hacía mucha falta que lo abrieran, porque en el barrio hay mucha gente mayor que no tenía dónde comprar ni se podía desplazar", explicaba.

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