Los vecinos de San Andrés no pueden olvidar las lluvias del pasado 19 de octubre por mucho que quieran hacerlo. En sus casas, todavía quedan muebles estropeados, cajones de madera que, al mojarse, se hincharon y ya no se pueden abrir, manchas de humedad en las paredes...

Las peticiones de ayuda al Gobierno de Canarias se tramitaron, pero hasta la fecha no han recibido ninguna respuesta ni el dinero para reponer todo aquello que quedó inservible.

El vicepresidente de la asociación de vecinos El Pescador, Gabriel Rodríguez, explicaba a este periódico que tras las lluvias el Instituto Municipal de Asuntos Sociales (IMAS) desplazó a unas trabajadoras sociales a los domicilios de los afectados, especialmente contratadas con este fin. Estas eran las encargadas de armar los expedientes para enviárselos al Gobierno de Canarias.

Rodríguez detalló que solo en San Andrés se habían remitido 87 reclamaciones por daños. Fuentes de la Consejería de Política Social del Gobierno de Canarias informaron ayer de que en total había recibido 180 reclamaciones de daños en enseres de Santa Cruz de Tenerife por las lluvias del 19 de octubre, a las que habría que sumar 10 más de otros municipios.

Las mismas fuentes dijeron que van a comenzar a requerir a los peticionarios la documentación que falta en los expedientes, por lo que el proceso aún se va a dilatar un poco más. Estas ayudas, subrayaron, son solo para personas que no tengan un seguro privado que les cubra los daños.

Paralelamente, Gabriel Rodríguez también dijo que están pendientes de las ayudas estatales que, a su vez, están a expensas de un informe de Urbanismo. Desde la Gerencia admitieron que el Ministerio de Fomento les había pedido esos informes que en un principio no estaban previstos, por lo que tienen que hacerlos ahora.

En conclusión, que los vecinos aún andan con la mitad de los muebles medio podridos, acordándose, como Inés Cabrera, de cuando EL DÍA encabezó una suscripción popular para los afectados de la riada de 2002.

Otros, como Manuel Cruz, presidente de la asociación de vecinos de El Pescador y residente en la calle Carabela, se quejan de que no exista ni una pequeña ayuda para los que tienen un seguro privado. "Yo perdí toda mi ropa y la de mi mujer, que en paz descanse", explicaba. Tuvo que picar y encalar las paredes, deshacerse de las camas, comprarse una nueva nevera... Y no le llegó el dinero para cambiar alguna puerta que reventó el agua.

Algunos, como José Hernández, han decidido encalar la casa por su cuenta y riesgo, porque no podían aguantar con las paredes aún con las muestras de la riada. Al final, cada día que pasa sin sustituir el mobiliario es como si revivieran el día siguiente al 19 de octubre.