"Lo hemos hablado con algunos de ellos y son receptivos a la idea, que vamos a trasladar en breve al Ayuntamiento de Santa Cruz para intentar desarrollarla. Sería una manera de recuperar una zona actualmente en estado de abandono y al mismo tiempo que estas personas se sientan útiles a la sociedad". Así se manifestaron ayer José Luis Guzmán García y Samuel García Herrero, presidente y directivo de la AV Azorín, respectivamente, sobre la iniciativa de habilitar un huerto urbano en la trasera del pabellón Pancho Camurria que gestionen los chabolistas establecidos en el conocido como "barrio 82" de la capital tinerfeña.

José Luis y Samuel accedieron a sus cargos a primeros del pasado mes de marzo con la idea de reactivar un barrio que incluye comunidades como las de la Cepsa, Divina Pastora y también parte de Los Verodes.

Asimismo, les movía la intención de dignificar, elevar la calidad de vida y dar actividad a quienes se mueven en recintos como este o el entorno del cercano Centro Municipal de Acogida, el Albergue, " antiguo refugio como lo llamábamos en otro época y con un perfil de usuario muy diferente".

"No hay más que ver el solar -apuntan- para advertir sus grandes dimensiones acordes con la posibilidad de crear el huerto. Y también el estado de abandono en el que se encuentra con malas hierbas, basuras y algún nuevo asentamiento instalado recientemente con personas fijas tanto en la parte de atrás del pabellón como sobre un montículo del terreno".

Aunque no lo tienen claro, creen que "el terreno pertenece al Cabildo o en todo caso es de propiedad pública por lo que sería posible habilitar el espacio después de su limpieza". Antes pensaron como marco en una zona ajardinada contigua la sede social del colectivo, "pero hemos decidido finalmente darle otro uso".

José Luis y Samuel coinciden en que "por desgracia esta zona está muy deprimida en todos los sentidos de la palabra. El alcoholismo crónico con mezcla de otras sustancias o pastillas ha sustituido a la heroína, el gran caballo de la muerte de los años 80".

Como si lo intuyera, una de las personas que vive en la trasera del Pancho Camurria comenzó a dar gritos. Aclararon nuestros guías que "no va contra nadie; en realidad esta persona está enferma".

Valoran "a la inmensa mayoría" de los que, por las circunstancia que sean, viven en el poblado cercano: "Son gente tranquila que cumple con obligaciones como, por ejemplo, tirar la basura en los contenedores de la entrada, y que han urbanizado el asentamiento su manera. Al fin y al cabo también son nuestros vecinos".