Empezó de forma casual, pero con el tiempo se ha convertido en una costumbre. Alguien de una consignataria pidió la ayuda de Miguel Ojeda, coordinador del taxi en el puerto de Santa Cruz, para encontrar a unos turistas que no habían embarcado. Ojeda, que tiene teléfonos de alrededor de 750 taxistas, mandó "una nota de difusión vía whassap" y se localizó el vehículo a los pasajeros.

Este hecho puntual dio paso a la búsqueda de objetos perdidos. "Tres o cuatro veces al día, un cliente pierde algo en un taxi, yo paso el aviso, y lo encontramos en seguida", asegura.

Ojeda habla de porcentajes de hallazgos por encima del 90% y de olvidos de lo más variopintos: "una muleta, teléfonos, ropa, bolsos de grandes dimensiones e incluso maletas". "Antes, ¿qué pasaba con las cosas que se perdían?", se pregunta.

Ahora, cada vez que se pierde algo se recurre a Miguel para que él mande el aviso al grueso de los taxistas. Incluso él mismo ha facilitado su teléfono a la Policía Local y recurren a él también. "Me he propuesto lavar la imagen del taxi en Santa Cruz", dice.

Miguel Ojeda es taxista desde hace 20 años y gracias a sus conocimientos de inglés e italiano se maneja con los cruceristas que llegan a la ciudad. Explica que han tratado de ordenar un poco el servicio, de forma que se cubran no solo las excursiones, sino los trayectos al centro de la ciudad. "Cuando un cliente quiere ir al centro avisamos a uno a unos de los taxis del final de la fila, para que después tenga oportunidad de volver", explica. Trabaja con dos ayudantes que hablan alemán y francés uno e inglés el otro.

Además, llevan chalecos identificativos reflectantes y están intentando implantar otros azules para los taxistas que trabajan a pie de escalinata. La finalidad es ofrecer una buena imagen y servicio al turista y trocar la imagen de desconfianza hacia el taxista. La iniciativa parece que está funcionando puesto que Miguel ha pasado en ser el buscador oficial de los objetos perdidos en los taxis.

"Devolvimos hasta una cartera con 700 euros", explica, "el hombre no se lo podía ni creer". Cada cosa que devuelven, sin embargo, suma un nuevo creyente.