La primera Comisión de Control del mandato se hizo esperar y comenzó con cierto descontrol. Para empezar PSOE y Sí se Puede tenían más comparecencias de las que les permitía el reglamento, así que tuvieron que retirar una y dos, respectivamente.

Paradójicamente, fueron los únicos partidos de la oposición que preguntaron o pidieron comparecencias. Los ediles de Izquierda Unida Canaria (IUC) y Ciudadanos intervinieron en algunos puntos, pero tímidamente.

El primer descontrol vino de la mano de un señor del público, que se levantó para quejarse de la incomparecencia y actitud del actual concejal de Asuntos Sociales, el popular Óscar García.

El segundo vino de la mano de la presidenta y primera teniente de alcalde, Zaida González, que se despistó y no dejó cerrar las comparecencias a los concejales de su grupo de gobierno. Hasta que Marisa Zamora (CC) se quejó y el secretario debió de sacar de su error a González.

Para ser ecuánime, la primera teniente de alcalde pidió al edil Dámaso Arteaga que no cerrara interviniendo como partido político, pero el concejal dejó claro que no iba a renunciar a su derecho.

Las preguntas se convirtieron después en una suerte de debates. Y Zamora, edil de Organización, se negó a contestar sobre la demora en la composición de la Comisión de Quejas porque no era su competencia.

Al final, respondió el secretario del Pleno, Luis Prieto, que se quejó de la falta de personal y dijo que ese era el motivo por el que aún no se había constituido.

Lejos de arreglarse según avanzaba la sesión, el descontrol fue extendiéndose a lo largo de la mañana: a Martín no se le permitió hablar en una pregunta que le habían respondido por escrito y él, como contrapartida, evitó que lo hiciera la concejal Yolanda Moliné (PP), que estaba allí para hablar del cementerio de San Rafael, retirando la pregunta.