Tiene 29 años, es del Realejo Bajo y está "tratando de terminar" un doctorado sobre Historia de la Antropología en Canarias. El entrecomillado no es (o no del todo) el matiz que añade el estudiante, que evita presumir de sus capacidades, sino los efectos colaterales de la nueva función de quien lo dice. Y es que, según explica Roberto Gil-Hernández, desde el pasado 24-M la mayor parte de su tiempo está centrada en su labor como consejero del grupo de Podemos en el Cabildo.

Dos plenos le han valido al joven representante de la formación de izquierdas para generar unos cuantos momentos llamativos -por la forma y el fondo de sus intervenciones- en una primera incursión política a la que llega, relata, "al calor" del fenómeno Podemos, del que, entre otras cosas, lo atrajo que surgiese de manera asamblearia y que para participar en él no hiciese falta pasar por los "filtros" habituales de los partidos tradicionales.

"Estar en Podemos no lo entiendo como una militancia; me siento más activista en este Cabildo que político", expresa Gil-Hernández, como prefiere que se escriba su apellido por una cuestión de igualdad. "Para un sociólogo esto es un trabajo de campo", valora sobre los primeros meses de su experiencia, de la que, eso sí, también tiene palabras de mayor contundencia: "Uno se espera lo peor de la política, y en muchos casos ese aberrunto se cumple".

Apunta que el primer impacto que recibió fue por la forma en la que se convirtió en consejero, después de un baile de votos que se acabó poniendo del lado de Podemos, y el siguiente, en la toma de posesión. "Un simulacro", según lo califica. En ese sentido, manifiesta que la institución insular por dentro es "compleja" y establece aspectos que la organización a la que pertenece rechaza. "Lo último que quiero es dejarme arrastrar", reflexiona sobre la forma de proceder en el ámbito político.

La desigualdad en el trato que reciben las distintas zonas de la Isla, la privatización de los casinos, las becas estudiantiles, la situación de la artesanía o la sobreconstrucción insular son algunos asuntos sobre los que pone el foco. "No podemos echar más piche y cemento", advierte un político que dice que no tendría "ningún problema" en "jubilar" su viejo Citroen AX si en la Isla hubiese un mejor transporte público.

Sobre la actualidad, plantea que le gustaría que los mismos esfuerzos que se han hecho para conseguir fondos para el anillo insular se diesen a la hora de obtener inversión social, así como que entiende "perjudicial" que el presidente tinerfeño, Carlos Alonso, acabase finalmente en las Cortes. "Me gustaría que el presidente del Cabildo, sea del color político que sea, estuviese implicado al 100% en los problemas de la Isla, que no son pocos", apostilla un joven que sitúa entre sus referentes a Secundino Delgado (más por su "rebeldía" que por el factor nacionalista), al expresidente chileno Salvador Allende, al revolucionario Frantz Fanon o al ex coordinador general de IU Julio Anguita, entre otros.