Las mañanas del Día de Reyes ya no son lo que eran en Santa Cruz. Ni en casi ninguna parte, la verdad. Los datos oficiales apuntan a 220.000 personas en el recorrido de la Cabalgata el pasado martes por la capital tinerfeña, más 1.500 participantes activos en el recibimiento a los Magos en el Estadio y el posterior desfile. Añadan los cientos de miles que -como muestra el volumen del tráfico de entrada a la ciudad- "encargaron" sus regalos a muy última hora en el Rastro, el mercadillo de La Alameda o las grandes superficies comerciales. El resultado, ayer: una mañana de resaca con pocos niños en las calles, la mayoría con flamantes patinetes o bicicletas, y muchos adultos cargados de bolsas y paquetes.

Sin prácticamente niños en las calles de la capital -se pudo comprobar al acceder a zonas "clásicas" de la mañana del 6 de enero como el parque García Sanabria o la avenida de Anaga- el "paisaje urbano" era ayer muy diferente al de no hace demasiados años, lleno de juegos y bullicio. Ahora priman la tranquilidad, el silencio, el paseo o el ver pasar el tiempo en una terraza al aire libre. Como cualquier otro día festivo.

Sin cantos a la nostalgia o añoranza de otros tiempos porque no hay quien tumbe una ilusión de los pequeños que se mantiene. Pero también sin salir a la calle, pese al intento de modernizar juguetes de siempre como el trompo. La patrulla canina y el universo Star Wars, tan de moda, "se quedaron en casa". Como sus pequeños y recién estrenados dueños.