Es difícil imaginarlo sin su guitarra a cuestas, incluso ahora que goza del privilegio de estar jubilado. Su pasión por la música y, sobre todo, por que los niños la descubran, es más fuerte que cualquier retiro.

Domingo López Hernández sigue colaborando con la formación musical de los alumnos del colegio San Fernando, en Duggi, un centro en el que desempeñó su labor durante los últimos quince años de su etapa docente. Antes lo había hecho en el Príncipe Felipe, de La Victoria.

Aunque el reloj oficial se paró para él en diciembre de 2014, las notas de su guitarra han seguido sonando entre las paredes del colegio. Y lo seguirán haciendo.

Solo hay que ver la cara de los más pequeños cuando se sientan a su alrededor para ensayar alguna de las canciones que se interpretarán en los actos a celebrar. El más próximo, el Día de la Paz.

Aunque sus más de 180 centímetros y su rostro serio muestran, a priori, una persona tímida, solo hay que esperar a que suenen las primeras notas de "Los niños queremos la paz" para descubrir al Domingo maestro, entregado a su pasión; entrañable, si se quiere.

A pesar de los pocos ensayos que se han realizado aún, él muestra orgulloso -se le humedecen los ojos- los avances de José Antonio, Elia y Linda, tres pequeños de Educación Infantil de cinco años a los que prepara para el día 29.

"Los niños lo adoran. Es una pena que se haya jubilado", comenta una de las maestras del colegio. "Tiramos de él como si estuviera en activo". Y él encantado. "Me gusta la música, los niños y el personal docente", enfatiza. "Me encontré muy a gusto todo el tiempo que estuve aquí".

Palmero de San Andrés y Sauces, Domingo recaló en Tenerife hace 40 años y no se movió más. "Vine a estudiar y me quedé". Como tantos otros.

Su vinculación con la música, precisamente, la arrastró de la Isla Bonita. Allí formó parte de la orquesta Adeyahamen. Más tarde recalaría, entre otros, en el grupo folclórico Verode. Y el año pasado también probó suerte en el Carnaval de Santa Cruz, en La Rondalla Mamel''s. Es decir, siempre con la música "puesta".

Del buen recuerdo que tiene y que deja da fe el propio director del colegio, Armando Bustabad. "Los niños lo quieren, y los que se fueron, que todavía estudian o que han acabado ya la carrera, aún lo recuerdan". Mucho más que un halago.

Por eso, no duda en afirmar que, a pesar de su situación laboral, la unión entre el centro y Domingo "no se ha roto". Un ejemplo: sigue acudiendo como un miembro de la plantilla más a las comidas de profesores. ¿También se llevará allí su guitarra?