Carpintero en un doble sentido. El de la profesión, tras una vida en el trabajo de la madera que heredó de su padre, y el de "constructor" de un barrio, María Jiménez, porque aquí "hace medio siglo no había nada". Simplemente, Santiago Déniz. Además de su oficio y de la vocación vecinal, Déniz, que el próximo 29 de julio cumple 73 años, ha sido y es mucho más. De comentarista deportivo a voluntario social.

Su disposición por ayudar a los demás nació en la Cruz Roja, donde estuvo 15 años en activo. Como "motero", otra afición "ya abandonada por mi edad". Aunque apunta : "Un amigo conserva mi primera Montesa, una reliquia".

Hijo de José, carpintero, y de Eufemia, lechera, tuvo "siete hermanos de madre y 19 entre las tres mujeres de mi padre. Vivimos 15 y siempre hemos sido una piña". Le atrajo emigrar "a Venezuela o Alemania, pero no me decidí".

Para Santiago su oficio, carpintero reparador, "está en extinción, todo lo hace ya el ordenador". Acude casi cada día al taller de su propiedad por afición. Está apunto de jubilarse después de varios años de "prolongación laboral". Allí se respira la cultura de los listones y los cepillos. Maquinaria bien conservada o una silla de 100 años "donde está usted sentado".

Defiende la figura del aprendiz porque "se aprende en la práctica". La formación profesional, recalca, "se adquiría en los pequeños talleres como este donde el oficio pasaba de padres a hijos".

Padre de cuatro hijos, da nombre a dos calles porque "los vecinos decidimos poner el del primero que viviera. Lo hice en Santiago Rayco, donde está el taller, y antes en Déniz.". El movimiento vecinal "empezó potente porque no había nada. Hoy es otra cosa", asegura Déniz, que recordó a sus antecesores al frente de la asociación: Manolo Sánchez, Jacinto Fernández y Antonio Tejera (fallecido). Entre los logros "la antena colectiva de televisión, el alumbrado público, el colegio, aunque no me gusta el nombre (Rafael Gaviño), el campo de fútbol o la carretera a Los Valles".

Pionero en usar maquinaria para el ensamblaje automático, origen de "un desfile de carpinteros de toda la isla" en una época de "mucho trabajo" como en la construcción (más de 60 obras solo en la capital llevan su firma).

El patrimonio aumentó con una quiniela de 14. Así lo recuerda: "Teníamos una peña en Contratas Arrate, en Tío Pino. Éramos seis, de La Laguna, Santa Cruz, Los Realejos o Lanzarote, y siempre llenábamos el boleto con los mismos signos. Me marché de la empresa y al poco tiempo me fueron a buscar porque habíamos ganado 500.000 pesetas, unas 80.000 para cada uno. Fuimos a cobrar y nos quedamos 5.000 pesetas para ir de excursión al Norte en taxi. A la vuelta quedaban 500 y se las dimos al taxista".

La crisis "nos rompió" en 2007 o "nos terminó de romper", porque ya antes nos afectó la mecanización, pantógrafos y demás. Pero ahí fue casi el final. De seis trabajadores, todos familia, me quedé solo".

Y ahí sigue aún "por matar el gusanillo" porque Santiago Déniz es el "carpintero" de María Jiménez.

El perfil

Santiago Déniz (Santa Cruz, 1943), carpintero y voluntario social. Sería la pincelada fugaz de este trabajador, luchador por su barrio -desde la presidencia de la AV o la tesorería de la Federación FALA- y volcado a los demás sin estridencias. Nació en Valle Brosque, en el seno de una familia de raíz agrícola, pero optó por un oficio que lo apasiona desde niño. Tras trabajar para varias empresas y casarse en 1966 con su compañera, María Auxiliadora, montó su propio negocio -en el barrio- a principios de la década de los 70 del siglo pasado. Allí acude para "cultivar" su afición. El peor momento fue la riada del 31 de marzo de 2002. Siempre con María Jiménez en la cabeza y en el corazón.