"Grandes tiendas La Galaica... Castillo 66". Este soniquete recurrente inundaba las ondas de las emisoras locales en los años 70 y 80 del siglo pasado. Hubiera valido igual el número 44 de la misma calle, donde se trasladó el comercio después de 1975. Hasta el próximo 30 de junio según lo previsto o incluso antes si se acaba el estocaje de mercancía pendiente. Porque la empresa cierra después de 52 años de actividad en Santa Cruz. Su actual responsable, Miguel Ángel Escudeiro, fue sincero y contundente a la hora de dar una explicación muy sencilla: "Falta de rentabilidad del negocio". Ni más ni menos.

Así lo anunció en febrero pasado a sus sorprendidos ocho empleados, todos con muchos años de permanencia en la empresa, "que están al día y a los que vamos a intentar dejar en las mejores condiciones porque son como de la familia".

Ya pasó con Deportes Lovero o en el caso más reciente de Calzados Weyler, que cerró tras 57 años después del último Carnaval. Eran los últimos ejemplos en la "castigada" en este sentido zona centro. Y ahora, La Galaica. ¿Quién no ha comprado allí cortinas, manteles, edredones, toallas o cualquier producto para el hogar? Muchos y curiosamente, apunta Miguel Ángel, "cinco veces más personas desde que se conoció la noticia. Me ha sorprendido la respuesta de la gente. Del cliente fidelizado de siempre y del curioso". Con un 30% de descuento en los productos por la liquidación, recuerda.

Miguel Ángel y su hermano Pedro heredaron La Galaica de sus padres, Manuel y Carmen, ambos gallegos -como ellos aunque vinieran a la isla con 6 y 3, años, respectivamente-. Pero el negocio no nació en Tenerife sino en Argentina (Miguel tiene la doble nacionalidad aunque sin un acento gaucho y sí muy nuestro). Allí emigró con 14 años Manuel desde Cotobade (Pontevedra). En Buenos Aires empezó de aprendiz de comercio hasta fundar La Galaica, "La casa de los regalos". En 1963 decidió dar un giro y seguir el consejo del dueño de La Gran Tijera, también gallego, para montar el negocio en la calle Castillo, "después de recorrer España durante seis meses para elegir el mejor sitio".

Tras la época de vacas gordas, cuando llegaron a tener un taller propio para confeccionar cortinas, llegó la crisis, una dura competencia porque "todo viene ya hecho de fuera", las grandes superficies... "Adaptarnos a los nuevos tiempos requería una gran inversión y una seguridad que no existían. Hasta que ha llegado el momento del cierre", resume Miguel Ángel.

La Galaica ocupa hoy un local de más de 400 metros cuadrados que seguirá con otra actividad previo alquiler en pleno centro. Pero ya no será lo mismo.